
Tenía un culo jodidamente complicado, no importaba cuantas veces me lo follara, siempre era como la primera vez. Sabía que su ojete era estrecho y sabía que tomaba un camino inesperado en un ángulo imposible, pero saberlo (y conocerlo) no me bastaba. Mi mazo duro se extraviaba en un mar de complicaciones, acabando de nuevo en el punto de partida una y otra vez. Y mientras tanto el dueño de aquel precioso par de nalgas gemía y lloriqueaba mientras me decía cosas como «me encanta ser tu pasivo» o «mi culito te necesita dentro». El sudor me nublaba la vista y me irritaba los ojos pero yo no tiraba la toalla. Usaba mis dedos para reconstruir una vez más el trayecto hasta mi objetivo y trataba de allanar aquel camino del demonio que desafiaba las leyes de la física. Cuando por fin conseguía penetrarlo sonaban campanas celestiales sobre nuestras cabezas y él gimoteaba aquello de «préñame, papá». Pero papá estaba tan exhausto que ya estaba pensando en otra cosa, quién sabe, quizá en darse de baja en el sindicato oficial de empotradores.
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Que culo tan rico
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Bhenos días, me gustan los Osos. Son tan tiernos, cariñosos, amables, simpáticos, ocurrentes. Bueno en fin., esta pagina me fascina porque esta dedicada a ellos, cada vez que leo un micro relato mi mente se transporta hacia un echo vivido… Me encanta todo lo que escriben de verdad muchas felicidades…
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Muchas gracias por tus palabras, Óscar, así da gusto compartir mis relatos. Un fuerte abrazo!
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