
El otro día me dio por pensar en las semejanzas que podemos encontrar entre el Italo Disco y el cine de terror italiano, orientados ambos —cada uno en su medio— a conseguir una estética propia basada en la fantasía y en la grandilocuencia más desatada. Además de otro factor fundamental, a saber, esa afectación que les llevaba a hacerse pasar por productos anglosajones, adoptando nombres, alias y escenarios que inducían al despiste sobre su verdadero origen.


Pero por mucho que me guste el cine de terror italiano, hoy he venido aquí a hablar de música, en particular de Albert One, uno de los principales embajadores del Italo Disco durante sus años de esplendor —finales setenta y primeros ochenta. Alberto Carpani (Pavía, 1956 – 2020) combinaba un físico rotundo ajeno a los cánones de la industria musical con una fuerte personalidad y un talento incontestable para crear hits que sacudiesen la pista de baile desde sus cimientos. Ahora que lo pienso, no es la primera vez que esta web se ocupa de un portento del Italo Disco, ya lo hicimos años atrás al recordar la figura de Gepy & Gepy, otro grande de la canción italiana.

Alberto Carpani adoptó el nombre de batalla de Albert One y en pocos años se consolidó como una figura fundamental dentro del circuito de discotecas y música de baile. Se trata de una liga particular entre el mainstream de las emisoras de radio comerciales y la subcultura de las pistas de baile.


Yo confieso que he llegado muy tarde a sus canciones pero eso solo me reafirma en lo incontestable de un legado destinado a permanecer y a hacerte bailar como si no hubiese un mañana. Entre el poderío y la ingenuidad, el Italo Disco reclamaba un espacio libre de prejuicios, situado más allá del cinismo, un fenómeno absolutamente irrepetible en estos tiempos resabiados que nos ha tocado vivir. Albert One supo construir un mundo artificial y exuberante a la medida de las mentes soñadoras. Escuchar temazos como For Your Love, Secrets, Turbo Diesel, Hearts On Fire o el más tardío, Face to Face te lleva a lugares absolutamente apoteósicos. Las irresistibles melodías y la carismática voz de Albert One, se ocupa del resto. Nos gustaría saber más sobre los avatares personales del artista, del que lo desconocemos prácticamente todo. En cualquier caso, aquí dejamos este humilde homenaje y la reivindicación de su figura como Icono Bear imprescindible.