Zacki Noy es uno de esos actores de reparto en los que nos gusta fijarnos, de nombre raro, olvidado, pasto del encasillamiento y de los fenómenos de temporada. Zacki nació el 8 de julio de 1953 en Haifa, Israel. Su constitución rolliza, su rostro vulgar y su pasión por el teatro le situaron desde su tierna juventud en el momento y en el lugar preciso para cultivar una carrera dentro de la peculiar farándula cinematográfica israelí.
Y más de uno se preguntará, ¿farándula cinematográfica israelí? ¿Pero qué me estás contando? En efecto, las circunstancias quisieron que el bueno de Zacki fuese escogido para protagonizar uno de los capítulos más sonados y exportables de la exótica industria cinematográfica israelí, al convertirse en uno de los tres chavales protagonistas de uno de sus mayores éxitos, la película Lemon Popsicle (1978), así como de sus innumerables secuelas (la última, la número nueve, se rodó en el año 2001 con el subtítulo de «La fiesta continúa», glups).
Lemon Popsicle, estrenada en países de habla hispana con diferentes títulos, a saber, Polo de limón (España), Chicle caliente (Perú) o Barquillo de limón (México) debe ser considerada como un capítulo fundamental dentro de la cultura pop mundial por su carácter pionero dentro de aquella moda de comedias cafres adolescentes sobre el despertar sexual, tales como la serie “Porky’s” y demás sucedáneos. Un dudoso honor puesto que se trata de un género meramente coyuntural y de muy difícil digestión fuera de su condición de producto picante para un público dominado por la represión sexual más enfermiza.
La premisa argumental de este Lemon Popsicle no va más allá de las correrías de tres chavales (básicamente, hormonas con patas) con muchas ganas de follar, en un momento en el que la permisividad hacía posible mostrar tetas y culos para un público sediento de nuevas sensaciones. Todo ello aderezado con la comicidad del chiste verde más sonrojante y el costumbrismo de trazo grueso. Ambientada en la década de los cincuenta, en plena era del rocanrol (siempre que hay una escena cómico-picantona suena el Yakety Yak de Leiber y Stoller), cabe recordar que el éxito de esta primera entrega la encumbró como taquillazo mundial procurando su inclusión en Festivales serios como la Berlinale y optando al Globo de Oro en su categoría de mejor película extranjera. No nos sorprende que la propia industria USA animase a su director Boaz Davidson a rodar de nuevo la película para el público norteamericano con el título de El último americano virgen (1982).
Visto hoy, el conjunto no puede resultar más bizarro, sin embargo, nos llama la atención la importancia que se le otorga al personaje gordito interpretado por Zacki Noy a lo largo de toda la serie. Algo que sí merece un aplauso y algo más. Porque no deja de sorprendernos la importancia que tiene, no ya su personaje, sino su rollizo culo a lo largo de cada una de las entregas.
¿Podemos ponernos las gafas contemporáneas y afirmar que se trata de todo un elemento queer en un conjunto eminentemente dirigido al público masculino? Revisadas todas las películas con la indispensable ayuda del flashforward no nos parece una pregunta tan descabellada. Descubrimos que en ninguna de ellas podía faltar un momento estelar dedicado a las lozanas nalgas de Zacki expuestas para deleite y risas lúbricas de los espectadores. ¿Potenciaban sus artífices estos momentos? ¿Esperaban los espectadores este ‘momento culazo de Zacki’? Las preguntas quedan en el aire, pero tanta insistencia resulta intrigante, sin olvidar que en Lemon Popsicle 4 los tres mozos ingresan en el ejército y nuestro sufrido Zacki será el objeto de deseo de uno de los militares de la base, hecho que por supuesto dará pie a numerosas escenas de tono subido y rara comicidad (o comicidad queer, como se quiera).
A decir verdad, ver hoy en día todas estas películas de principio a fin resulta una prueba de valientes o un dudoso entretenimiento solo apto para mentes muy viciosas. Eso sí, el culazo de Zacki merece este post y nos alegramos de que hoy en día siga en activo participando en series de éxito de la televisión israelí. Por cierto, esta exclusiva de Palabra de Oso no hubiera sido posible sin la inestimable ayuda del poderoso radar del Dr. Insermini. Así, que agradecidos y bendecidos por ello y por este par de nalgotas. Yuuum.