Esta imagen ha revolucionado mi Instagram durante una semana hasta un nivel que ha desbancado al propio algoritmo, así que nada mejor que postearla también aquí en la web con todos los honores. «Ya no los hacen como antes», decía alguien en los comentarios, y acaso tenga razón, no lo sé. Yo nunca fui partidario de usar chándal, nunca lo encontré sexy ni estético, pero la vida es sabia y te enseña a mirar las cosas desde otras perspectivas. Ahora observo a este semental que parece sacado de la gloriosa década de los superseventies y me rindo a sex appeal a flor de piel. Madre de dios, debe de ser verdad, ya no los hacen como antes.
El pasado 28 de febrero se cumplieron cien años del nacimiento de Antonio Ferrandis, actor valenciano muy popular durante la segunda mitad del siglo XX gracias a su talento innato para la actuación y a una carrera prolífica que desarrolló tanto en el cine y la televisión como en el teatro. Si su rostro ya resultaba familiar para muchas generaciones de espectadores, con los años llegó a alcanzar la categoría de mito de la cultura popular española tras su aparición en la mítica serie de TVE “Verano azul”, emitida por primera vez durante los años 81 y 82 del pasado siglo.
Antonio Ferrandis nació en Paterna, Valencia, se licenció en magisterio, pero no tardó en apostar por su gran pasión, el teatro. A finales de los cuarenta ya había pasado por diferentes compañías teatrales y a partir de los 50 inicia una trayectoria imparable tras protagonizar junto a Paco Rabal una adaptación del “Muerte de un viajante” de Arthur Miller a cargo del prestigioso José Tamayo. Su carrera oscilará entre el pedigrí que le aporta participar en proyectos teatrales serios (adaptaciones de Shakespeare, Ionesco, Unamuno, José Zorrilla, Chejov, etc.) y sus innumerables trabajos en el cine comercial español de los años del desarrollismo, donde será muy solicitado, especialmente como personaje secundario, en roles habituales de padre de familia ejemplar o viril comparsa del protagonista. Su buen hacer lo llevará a participar en proyectos cinematográficos más reputados y en un buen puñado de series. Su ficha como actor en Imdb incluye casi ciento cincuenta títulos.
El caso de Antonio Ferrandis nos interesa especialmente por dos motivos. En primer lugar, porque representa una masculinidad y un físico portentoso que lo han convertido en icono sexual para muchas generaciones previas a la eclosión de esta movida de los osos; y en segundo lugar, por la trágica realidad asociada a su vida personal: un actor gay obligado por las circunstancias a negar su sexualidad durante prácticamente toda su vida. Una triste realidad que comparte con innumerables compañeros de profesión.
Las crónicas nos cuentan que aunque vivía su sexualidad con normalidad dentro del ambiente artístico en el que se movía nunca pudo librarse de las consabidas preguntas en el entorno de la esfera pública. En las entrevistas que concedía se declaraba “sexualmente frío” y a menudo era preguntado por el fantasma de la homosexualidad, una cuestión que eludía una y otra vez y que le llevó a hacer de la negación un mantra.
Ahora, años después de su muerte, sabemos que compartió su vida con otro hombre, un ayudante del conocido productor de cine José Luis Dibildos y que siempre se obligó a mantener un nivel de extrema discreción.
Volviendo a los primeros ochenta, a la serie «Verano azul», su interpretación del viejo lobo de mar Chanquete le convirtió soterradamente en todo un referente sexual para muchos jóvenes de la época. Una suerte de icono Bear antes de lo Bear que ayudó a más de uno a aceptar la naturaleza no solo de su orientación sexual sino de la medida de su deseo. Porque Chanquete, con sus formas orondas e hirsutas de marino retirado, encarnaba a la perfección esa figura ruda y masculina que se volverá recurrente a partir de los años noventa en el contexto de la incipiente cultura osuna.
Es por ello que la deuda que muchos atesoramos con Chanquete, con Antonio Ferrandis, con el actor que lo interpretó, es incontestable. A primeros de la década del 2000, un escritor valenciano, José Luis Collado, publicó El año que murió Chanquete, una novela de cariz autobiográfico en la que situaba a dicho personaje televisivo en el centro de su crecimiento personal y sexual. Un texto emocionante y muy recomendable que puede leerse tanto como novela erótica de osos como ajuste de cuentas contra ese afán silenciador de los años oscuros que nos ha tocado vivir a muchos en nuestras edades tempranas. Porque la negación que acompañó a Antonio Ferrandis durante toda su carrera encuentra un eco en nuestra propia negación. Es más, nuestra lucha sigue siendo contra esa negación. Y la figura de Chanquete, además de rotundo icono sexual, tiene mucho de símbolo y de referente. Su historia, también en la nuestra. Y por eso, y por su enorme talento, no pensamos olvidarlo nunca.
Un luchador de sumo muere mientras hace el amor en el hotel regentado en las montañas por la familia Katakuri. Son muchas las sorpresas que les espera a tan peculiar familia a lo largo de The Happiness of the Katakuris (Takashi Miike, 2001), un delirante e irresistible musical que ahora cumple veinte años. Si aún no lo has visto, búscalo. Lo vas a disfrutar. Palabra de oso.
Cualquier amante de los osos que frecuente redes sociales como Instagram, estará familiarizado con la figura de Alexis Cortijos-Lesté. No se me ocurre una persona más entrañable a la hora de poner su cuerpo al servicio del arte y de la belleza fuera de los cánones oficiales. Nunca he conocido a ningún modelo artístico tan vocacional y entregado como Alexis, siempre dispuesto a explorar nuevos terrenos de sensualidad delante de la cámara, en la superficie de un lienzo o en las formas de una escultura. Llevaba mucho tiempo con ganas de saber más de él y no me ha sorprendido nada descubrir que Alexis es un reflejo diáfano de lo que transmiten las obras en las que aparece. Bonito, sensual, apacible, creativo, inquieto y al alcance de cualquiera. Así que ha sido todo un gustazo compartir un rato con él.
¿Quién es Alexis Cortijos-Lesté? ¿Cómo te definirías?
Me definiría como un oso francés, militando por la visibilidad de los osos en la Comunidad LGBT y en la vida en general.
Vives en Francia pero hablas muy bien español. Cuéntanos.
Soy francés. Pero mis abuelos paternos eran republicanos españoles refugiados en Francia. Además, mi abuelo materno, francés, era profesor de español. Yo estudié castellano desde el colegio durante 13 años.
Por casualidad. Un día vi una foto en Facebook, con una mujer enorme y muy sexy. El artista buscaba personas con físicos de todo tipo para su obra.Y así acabé posando desnudo por primera vez. De eso hace diez años.
La desnudez te resulta muy natural, ¿siempre ha sido así? ¿qué es lo que más te gusta de posar para un artista?
Sí, ahora es natural, pero al principio me resultaba mucho más difícil, sobre todo con mujeres artistas. Lo que me gusta más es posar para nuevas obras, encontrar nuevos artistas, atravesar nuevos universos artísticos.
También has modelado para pintores y escultores, ¿cómo llevas lo de posar durante largas sesiones? Me han dicho que es más duro de lo que parece.
Sí, es muy duro. Tienes que mantener poses incómodas durante largo tiempo (entre 5 min y una hora). A veces, el dolor es increíble. Pero pienso en el resultado y todo está bien.
Eres todo un muso, has trabajado con muchos artistas. ¿Cómo surge tanta actividad? ¿Es que todos tus amigos son artistas?
Sí, he trabajado con más de cien artistas. No sé exactamente con cuantos y ahora muchos son mis amigos. Pero no puedo explicarte su interés por trabajar con un gordo oso como yo.
¿Cómo es la química con los artistas? ¿Qué esperan de ti?
Los artistas son diversos. Algunos son amigos y otros no. En la vida la química se da con determinadas personas. Pasa lo mismo en esta relación artista/modelo y, en mi opinión, es algo que se nota en la obras. La química se ve, se lee en la obra.
Has posado con flores en la barba, con mariposas en las nalgas, disfrazado de vikingo, de Capitán America, de dios griego, ¿qué es lo más extraño o inesperado que has vivido durante una sesión?
Nada me parece extraño. Casa artista tiene su universo y me encanta cambiar de universo cada día, cada semana. A veces soy yo quien propone cosas extrañas y los frutos de esa colaboración muchas veces son increíbles.
¿Te han propuesto (o has hecho) alguna vez una sesión abiertamente erótica? ¿Te animarías a hacerla?
Todas las obras me parecen eróticas. Depende del público, ¿no?Lo que no quiero hacer es pornografia sin que resulte estética. Pero el erotismo, por supuesto, es mi universo, en cada obra…
Sin duda, la sensualidad es una constante en muchos de tus trabajos. ¿Has encontrado el amor durante alguna sesión de fotos?
Sensualidad y erotismo forman parte de mi vida y de mi trabajo. Muchos artistas con los que trabajo lo tienen muy presente. El amor lo encontré hace ya veinte años.
¿Hay más facetas artísticas en tu vida? Me parecería muy natural que también fueses actor. Me gustaría verte en una película de Alain Guiraudieu.
Sí, hay muchas… Figurante en películas, cantante, bailarín. Por ejemplo, pueden ver en YouTube una creación de 2017 (TDB Let’s get crazy) en la que aparezco cantando y bailando. Si quieres reír, sonreír y montar una fiesta entre osos y amadores de osos, cuenta conmigo. Y si conoces a Alain Guiraudie, dile que estoy de acuerdo y que quiero hacer una película con él.
Tienes un tatuaje de un oso en la nalga derecha, ¿frecuentas los bares o fiestas de ositos?
A veces sí, en situación normal, sin Covid… En París siempre me paso por el famoso Bear’s Den. Son mis amigos, mi familia, mis compañeros de lucha por la visibilidad y por la causa LGBT en general.
¿Cómo es el hombre ideal para Alexis Cortijos?
Un hombre como tú… educado, inteligente, abierto, curioso. Un hombre al que le gustan los osos. Un hombre que acepta mis actividades artísticas. Un hombre como mi marido.
Muchas de tus fotografías celebran la sensualidad en plena naturaleza. ¿Te gusta hacer el amor al aire libre?
Sí, mucho, las caricias del aire, del viento, del sol, de la lluvia, del hielo o de las flores, de la hojas de árboles, todas estas caricias tienen algo terrible, erótico, libre, excitante. ¿No te parece?
De hecho, me acabo de excitar. Quiero decirte que me gusta mucho tu cuerpo, tu torso, tu culo y la geometría de tus formas, a veces me recuerdas al Dios Neptuno pero en versión terrenal. ¿Crees que ser modelo fotográfico es una buena manera de aceptarse uno mismo?
Sí, y la campaña #BodyPositivity lo demuestra. Aceptar tu cuerpo es aceptarte a ti mismo. A veces, me encuentro bonito o sexy y eso me gusta, eso me da fuerza.
Me imagino que la gente te escribe a menudo para comentar tus fotos. ¿Qué reacciones despiertan tus trabajos entre tus seguidores?
Sí, tengo muchos seguidores.En realidad, hay una mitad que mira mi cuerpo como objeto de culto, se enamoran de este cuerpo, de este personaje creado por los artistas. Pero hay otra mitad que se fija más en la obra, en lo artístico. Sin embargo, pocos conocen a Alexis, el tímido y secreto Alexis.Hay que leer las reacciones en mi Instagram @cortijosleste para darse cuenta.
Muchas gracias por dedicarme unos minutos, Alexis. No sé si conoces mis novelas de osos, pero sería bonito hacer una colaboración algún día y tenerte en alguna de mis portadas. ¿Te apetece el plan?
Por supuesto que me apetece. Me encantaría trabajar contigo y ser uno de tus personajes. Tenemos que encontrarnos y te contaré mi vida secreta y… íntima… de oso francés militante.
Mmmm, sí, cuéntaselo al viejo Bob. Un beso enorme, Alexis.
Gianfranco Ferré (Legnano, 1944- Milán, 2007) fue un diseñador y empresario de éxito dentro del mundo de la moda. Arquitecto de formación, esteta consumado, muy celoso de su vida privada y con un fuerte carácter, su carisma estaba a la altura de su imponente corpulencia. Diseñador italiano de referencia junto a Armani o Valentino, lo recordamos como todo un icono que no tenía reparos en hablar de su orondo físico en un contexto vendido a la delgadez como norma estética oficial. A modo de homenaje, recuperamos una entrevista publicada en el año 2003 que sigue suponiendo toda declaración intenciones en estos tiempos de #BodyPositivity.
Vanidad y narcisismo. Gianfranco Ferré, 55 años, arquitecto de profesión, diseñador de carrera, 118 kilos llevados con gran facilidad, 1.520 mil millones de liras de facturación, 7.800 metros cuadrados de sede en el centro de Milán. Sí, es vanidoso y narcisista. Tiene una relación de gran afecto con el espejo. «Soy narcisista porque tengo un sentido innato del placer de la calidad. A menudo me miro en el espejo, sin problemas. Me gusto a mí mismo aunque esté fuera de la norma. Me llevo bien conmigo mismo. Hay complacencia en mí cada vez que veo mi imagen».
Narcisista en última instancia.
Soy uno de esos a los que les gusta mirarse desnudo.
Y te gusta.
Me gusto a mí mismo, me gusta mi carne, me gusta la forma en que estoy hecho, me toco, me acaricio, me pellizco, estoy satisfecho de mí mismo.
Te gustas aunque estés fuera de la norma. ¿Ser grande no es un problema para ti?
Nunca ha sido un problema. No es como si hubiera nacido grande. Nací grande.
¿De buenas a primeras?
No, había etapas. Tuve un accidente antes. Me rompí la tibia, el peroné y el calcáneo y estuve enyesado durante un año y medio. Entonces dejé de fumar. Así que me fortalecí. Por otro lado, en mi familia, por parte de mi madre, hay una tradición de hombres fuertes. Y por parte de mi padre, hay una tradición de hombres atléticos y guapos.
Polaroid by Andy Warhol
¿Te gustan los hombres delgados?
No demasiado. Apenas aprecio a los hombres que son demasiado delgados. Me gustan los físicos con cierta solidez.
Eras aún más robusto de lo que eres ahora.
He cambiado mi tipo de dieta. Hago ejercicio.
La gimnasia es una tortura.
No. Es parte de la diversión de la vida. Sé que dentro de un tiempo seré un poco más ligero por este lado, un poco más delgado por el otro. Hago gimnasia tres veces a la semana. Tengo un joven entrenador que me dice todo, qué hacer, por qué, cómo. Ahora llevo tres semanas atrapado por una lesión en el brazo y es un dolor no hacerlo.
¿Te miras en el espejo sólo para complacerte?
No, incluso en tiempos de crisis.
¿Y qué es lo que haces?
Me miro a mí mismo, pienso, reflexiono.
¿Y habláis?
Sí, hablamos. Hablo mucho con el espejo y conmigo mismo.
Cuando habláis, ¿también decís cosas desagradables?
Me cabreo, digo: «Gianfranco, eres un idiota», sigue, espera, los valores de la vida son diferentes, piensa en las penas reales.
Pero también es vanidoso.
Sí. Tuve la educación de un padre que era un hombre hermoso, siempre bien vestido. Aprendí lo que significa llevar una chaqueta, ir al sastre, elegir la corbata adecuada. Colecciono ropa, la guardo bien, soy exigente, preciso.
Si sales con la corbata equivocada…
No puedo salir con la corbata equivocada.
Cualquiera puede cometer un error.
No, es difícil para mí. Me miro en el espejo.
¿Qué llevas puesto?
Compro cachemir en Francia e Inglaterra, las telas y camisas son mías, tengo un sastre muy bueno.
¿Tienes un sastre?
Soy grande. Tengo un hombro más alto que el otro. Tengo un cuello cuadrado, detrás del cuello. Encuentro inapropiado que mi propia marca me haga un traje a medida.
¿Qué hay de los accesorios?
Los zapatos están más o menos hechos a medida en Lob’s o Berlutti’s, un italiano-francés. Me duran 20 años porque soy un conservador. Como todos los hombres, me apego física y emocionalmente a los zapatos, cinturones, corbatas. Tengo 15 corbatas.
¿También eres megalómano?
No. Creo que todo tiene que tener el tamaño apropiado.
¿El edificio en el que estamos tiene el tamaño apropiado?
Si este espacio es tan grande, es porque debería serlo. Sería absurdo que vinieras a Ferré y encontraras un espacio que no coincidiera con el nombre y el papel que Ferré tiene en la moda.
Natalia Aspesi lo llamó «sibarítico».
El léxico de Natalia Aspesi tiene mucho de manipulador.
Pero la fiesta de inauguración fue sibarita.
Era un partido con un espíritu internacional, inadecuado para una burguesía milanesa. Pero nada sibarítico.
Una fiesta que cuesta mucho dinero.
Como las fiestas de otras personas. Aún menos.
800 millones.
Todo incluido, incluso la exposición que nos permitió hacer el libro sobre los veinte años de la compañía Ferré.
El hecho de que haya gente caminando con el nombre de Ferré, ¿es un estímulo para ti?
Ver un vestido mío que cubre diferentes superficies con diferentes caras y diferentes almas y que vive en el tiempo, porque a menudo sigue siendo hermoso y la gente sabe cómo usarlo, es una gran satisfacción. Ciertamente no me hace sentir como un arquitecto. Es el otro lado de mi narcisismo.
¿Te vestirías como Armani?
No. No pertenezco a esa clase de hombre. Soy una persona más emocional, menos estática. Armani es el uniforme adecuado para la gente que es más fría, menos apasionada.
¿Quizá de otro diseñador?
Sí. Pero con mezclas locas.
¿Haciéndole olvidar?
Haciéndolo Ferré.
Eres aclamado, celebrado, halagado.
No. Los momentos de alabanza y énfasis fueron en el pasado.