Homosexualidades fuera de norma. BangBang! El oso como gángster marica

hilly-blue-03

Iba a titular este post ‘Masculinidades fuera de norma’ pero, francamente, creo que resulta más apropiado el que he escogido finalmente, ‘Homosexualidades fuera de norma’. Frente al devenir del movimiento gay, ahora LGBTQI, parece claro que nos deslizamos siguiendo una lógica que va desde lo marginal hacia lo global, en una continua e imparable lucha por ganar visibilidad y en la medida de lo posible colonizar el mainstream. La consecuencias de esto son incuestionablemente positivas (los gays no solo existimos, sino que nos corresponden los mismos derechos que a los demás) pero en esta escalada a la visibilidad global debemos pagar un peaje que se deriva del siguiente silogismo: “Si el lenguaje del mainstream se basa en el estereotipo lo mismo ocurrirá con el lenguaje de cualquier movimiento o subcultura que sea incorporada a su órbita, es decir, estamos abocados a morir en el maldito estereotipo”. En efecto, toda una fatalidad.

portada-global-gay

Por consiguiente, la cultura gay (subculture no more) se expandirá por el ancho mundo mostrando unas cartas comunes, homogeneizadas y bien reconocibles cuya cristalización poseerá la forma y las maneras del ‘gay’ como construcción cultural, es decir, del mero estereotipo. Será guapo, cuidará su cuerpo, se depilará, se aplicará cremas, bailará bien, tendrá un razonable poder adquisitivo tirando a alto, estará muy interesado por la moda y fomentará el estrellato de cuantas divas gay vengan por delante.

No es el objeto de este artículo abundar en este debate. En todo caso me gustaría señalar la necesidad de una literatura queer (hablo tanto de ensayos como de ficción narrativa) que se ocupe del daño que semejante concepción idealizada de lo gay provoca sobre todas aquellas minorías e identidades que se hallan fuera del insoportable influjo de la norma descrita más arriba.
Personalmente me considero un homosexual fuera de norma, y consecuentemente, me interesan mucho todas aquellas homosexualidades que se presentan como no normativas, complejas, misteriosas, en definitiva, muy alejadas del estereotipo. Esto es algo que evidenció de manera espontánea la subcultura bear. Al menos en sus inicios, resultaba especialmente reconfortante, una verdadera posibilidad de escape, la posibilidad de escapar de una idea de lo gay con la que no nos identificamos.

Captura de pantalla 2015-11-27 a la(s) 18.15.34

Me atrae la idea de trazar una genealogía que describa la presencia de esas homosexualidades fuera de norma a lo largo de los tiempos y a lo ancho de la cultura popular que nos rodea. Remontándonos antes y más alla de las coordenadas del movimiento bear a la búsqueda de momentos que alumbran la posibilidad de otra manera de entender lo gay, encontramos un precedente notable en la obra de Balzac, a través de su personaje Vautrin, oso pionero, hedonista e inmoral que siembra la semilla literaria de una masculinidad que se aleja de su contorno más convencional. Si quieres saber más, pincha aquí. Estamos en el siglo XIX, y de ahí tendemos un puente con el siglo XX a través de uno de sus más fabulosos inventos, el cine.

Homosexualidades fuera de norma. Tipos duros, masculinos, velludos, corpulentos, todos ellos atrapados en una estructura patriarcal que no les impedirá desarrollar sus propios intereses en materia sexual. El cine negro ofrece una amplia galería de personajes que se construyen según estos parámetros, casi siempre vinculados a lo decadente, lo corrupto o lo bizarro.

very_british_gangster_ver3_xlg

Dominic Noonan (Manchester, 1964) es un gángster británico condenado a penas de prisión en más de cuarenta ocasiones por delitos tales como robo, asalto policial, posesión de armas de fuego o fraude. Ha pasado más de veinte años en cárceles de toda Gran Bretaña. Posee una poderosa espalda, lleva la cabeza afeitada y su nuca doble destaca si lo miras por la espalda. Es un tipo duro y homosexual en un contexto rabiosamente heterosexual. Puedes verlo cruzar una calle de su Manchester natal acompañado de una corte de pequeños granujas casi adolescentes, su gang particular, caldo de fechorías, acaso sus amantes. Hace unos años fue el objeto de un curioso documental que recomiendo desde aquí, A Very British Gangster (2007).

707f3d37-14a7-405b-856b-fc8d69c96230

La figura de Noonan recupera la esencia del villano clásico del cine negro desglosada en títulos canónicos como El halcón maltés (1941) o El sueño eterno (1946) pasada por el filtro de la tradición del gángster marica típicamente british, con referentes reales como los célebres hermanos Kray y sus consiguientes derivaciones cinematográficas o literarias como la maravillosa novela de Jake Arnott “Delitos a largo plazo” (1999).

Captura de pantalla 2015-11-27 a la(s) 17.41.43

Se trata de personajes surgidos más allá del estereotipo que en cierto modo encarnan una masculinidad, perdón, una homosexualidad fuera de la norma que los emparenta con la subcultura bear. Hablamos de tipos grandes y robustos que follan entre ellos como opción primera. Algo así como los primos hermanos de los osos.

Tipos rudos, film noir y ligera impronta filogay es algo que se respira también en algunas de las escenas literarias y cinematográficas perpetradas por los hermanos Coen. En su compendio de relatos “Las puertas del edén” (2008) se vuelve a percibir ese aroma que ya habíamos detectado en títulos anteriores como Muerte entre las flores (1990) o El hombre que nunca estuvo allí (2001). Toda una galería de personajes vulgares, fondones, patanes, timadores, siempre con un pie, o acaso los dos, fuera de la ley, fuera de la norma. Es quizá por ello por lo que resulta tan fácil considerarlos un eco de las masculinidades apropiadas desde la cultura gay a través de la movida de los osos, personajes que no acaban de encajar en los patrones patentados por un mainstream a menudo perezoso y simplificador. Los gángsters maricas poseen una esencia fascinante que recupera parte del misterio y del peligro primigenio. Una sexualidad peligrosa, un cuerpo poderoso, un desafío a lo establecido en el peor contexto posible, un mundo macho rabiosamente patriarcal. El mainstream en sí y la cultura gay oficial en particular apenas dejan lugar para lo auténtico, lo arriesgado o lo salvaje, para ellos todo es blanco o negro, sin zonas difusas, a la postre, provocan disgusto porque resultan demasiado previsibles. Por eso, ahora mismo parece tener bastante sentido reivindicar las homosexualidades fuera de la norma, ahora que nos encontramos en un momento delicado y poco halagüeño: aún no hemos escapado de un contexto heteronormativo para caer en otro homonormativo. Por favor, ¿alguien puede dejar de producir tantas normas? ¿Podéis dejarnos vivir en paz y asimilar de una vez la variedad de cuerpos, deseos y sexualidades? Definitivamente, quiero ser un marica fuera de norma.

0102Captura de pantalla 2015-11-27 a la(s) 18.10.450304Captura de pantalla 2015-11-27 a la(s) 18.04.4805

06

The Man Who Wasn’t There, 2001

Más gángsters maricas: Dr. Insermini

Hollywood, algo sobre un par de daddies y el bar de Jimmy Wah

23p107744028 En el minuto veinticuatro de la película Good Morning Vietnam tiene lugar un momento interesante por lo que se refiere a la verbalización expresa del amor homosexual hacia los daddies u hombres maduros. En primer lugar, sorprende encontrar un detalle como este en una producción de Hollywood destinada al gran público, y en segundo lugar, llama la atención el curioso acercamiento al tema dependiendo de si nos ocupamos de la versión original de la cinta o de su versión doblada al español.

Good-Morning-Vietnam-robin-williams-33200354-3000-2014

Como quizá sepáis, la película ofrece un retrato de la intervención norteamericana en la guerra de Vietnam a través del punto de vista de un irreverente locutor de radio (Robin Williams) destinado en la zona del conflicto. En la escena referida, Williams, acompañado de un soldado (Forest Whitaker), acude a un bar regentado por un notorio homosexual vietnamita llamado Jimmy Wah, personaje caracterizado por su interés en conseguir una fotografía de su gran icono sexual, el talludito actor secundario especializado en westerns, Walter Brennan. Esto es lo que se narra en la versión original de la película, obra del guionista Mitch Markowitz. He aquí unas capturas ilustrativas.

Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 16.46.01Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.10.26 Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.10.40Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.10.54 Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.11.31Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.12.04

Brennan nunca fue una gran estrella pero consiguió su momento de gloria (llegó a ganar tres oscar) como secundario a lo largo de las décadas que van de los treinta a los sesenta, especializándose en el rol de comparsa borrachín de rudos héroes como John Wayne, Humphrey Bogart o Gary Cooper. En el recomendable documental The Silver Screen: Color Me Lavender (1997), realizado en 1997 por el cineasta marica Mark Rappaport, se lleva a cabo una lectura queer de los personajes que invariablemente solía interpretar Brennan. En su película, Rappaport insiste en la espesa capa de homoerotismo que destila la camaradería del actor secundario en su interacción con la hipermasculinidad de John Wayne en los célebres westerns rodados a las órdenes de otro gran valuarte de la virilidad made in Hollywood, el realizador macho man, John Ford.

wpbrennan02

Un vaquero llamado Walter Brennan.

Mirad, vamos a decirlo bien claro, todo esto es muy raro y nos aproxima a esa zona gris en la que la hipermasculinidad encarnada por el cine mainstream encuentra puntos en común con las masculinidades surgidas en el contexto de determinadas subculturas gays (del mundo leather al universo bear). De manera inesperada, Walter Brennan, actor heterosexual, padre de tres hijos, casado durante más de cincuenta años con su querida esposa Ruth Wells, vinculado a los géneros más machirulos del cine, acaba convertido en todo un sex symbol para refinados paladares queer. Retomemos ahora la misma escena de Good Morning Vietnam pero en su versión doblada. Atención a las capturas porque me he tomado la molestia de subtitularlas.

 Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 16.46.01Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.22.21Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.22.34Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.27.23Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.30.12Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.30.51

Como veis, en la versión doblada al español se ha producido un curioso desplazamiento. En esta ocasión, Jimmy Wah ha cambiado a su adorado Walter Brennan por otro grande del cine clásico, el actor Edward G. Robinson.

Roccointub

Con todo el cariño, para Jimmy Wah.

En mi humilde opinión, esta sustitución resulta de especial interés. En primer lugar, Robinson siempre ha sido un poco fetiche sexual para mí, especialmente en mis años de adolescencia. Sus interpretaciones en el imaginario hardboiled e hipermasculinizado del cine negro clásico lo sitúan a la altura de los más grandes, de James Cagney a Humphrey Bogart. Sin embargo, el físico de Edward G. Robinson nunca encajó del todo en los parámetros del héroe convencional. Era bajito y feo, con una cara de pan de facciones toscas y un cuerpo ancho y pesado como una caja fuerte. A menudo interpretaba al gángster o al hampón de turno, aunque en sus colaboraciones con Fritz Lang –de La mujer del cuadro (1944) a Perversidad (1945)– destacó por encarnar la quintaesencia del americano medio, un personaje cuya virilidad se verá puesta a prueba por la irrupción de las sinuosas curvas una mujer fatal.

edward-g-robinson-almas-perversas

Edward G. Robinson en ‘Perversidad’, masculinidad en fuga.

Hipermasculinidad, camaradería entre vaqueros, gángsters, matones, parece ser que todo este mundo macho desplegado por el Hollywood dorado en una época en la que cualquier referencia a la homosexualidad estaba vetada fue incapaz después de todo de permanecer al margen de la ambigüedad sexual. Parece ser también que la zona gris de la que hablamos, aquella en la que la masculinidad hiperbólica y la dimensión filogay se dan la mano por obra y gracia del exceso surge especialmente en contextos de reafirmación de roles patriarcales y virilidades de una pieza. De este modo, tan significativa me parece la alusión a Walter Brennan en la versión original de Good Morning Vietnam, como su sustitución por Edward G. Robinson por parte del adaptador de la versión doblada, puesto que tanto el uno como el otro habitaron mundos rabiosamente heterosexuales ajenos a la celebración de la diferencia. Pero con todo, lo que más me fascina ahora mismo es el misterioso proceso que los ha unido a ambos a través del doblaje, en un acto menos anecdótico de lo que parece. Sin olvidar la importancia que reviste la aparición de Jimmy Wah como encarnación de la figura del admirer, no en vano se trata de una de las primeras manifestaciones expresas por parte de Hollywood de que, en efecto, existe un amor homosexual hacia los hombres maduros, algo obvio para todos nosotros pero no para el mainstream heteronormativo.

Captura de pantalla 2015-02-05 a la(s) 13.30.37

El hetero es el nuevo gay

Captura de pantalla 2014-07-30 a la(s) 02.16.31

Esta cita extraída de un diálogo de la película Layer Cake (2004) nos habla de la consolidación de una nueva forma de entender la masculinidad. La tradición del cine negro y criminal británico se ha ocupado de manera insistente de la figura del gánster marica, una mitología cimentada por la existencia de hitos de los tabloides como los temidos y siempre fascinantes hermanos Kray, gemelos, violentos, mitómanos, homosexual el uno, hetero el otro. Películas como Performance (1968), El largo viernes Santo (1980), Los Kray (1990) o A Very British Gangster (2007), han reflejado de manera más o menos exhaustiva estas figuras, practicantes de una homosexualidad sin prejuicios en un mundo eminentemente violento, masculino y viril.

very_british_gangster_ver3_xlg
Cuando las construcciones culturales del pasado, así como los roles sexuales heredados, entran en crisis, la virilidad deja de asociarse de una vez a fines meramente reproductivos. Es el momento en el que la masculinidad se encuentra plenamente a sus anchas en un escenario rabiosamente viril. Por segunda vez en la historia (la primera tuvo lugar en la gloriosa época de la Grecia Clásica), los hombres se hallan en paz entre sus propios congéneres. La masculinidad llama a la masculinidad en una celebración puramente sexual y recreativa. Al fin y al cabo, lo más natural en este contexto es que un hombre folle con otro. Las mujeres deben ser excluidas de tales juegos, jamás comprenderán semejante camaradería.

tumblr_mfgxu5v7ju1r48f4vo1_500
Si buscamos extraer un argumento de todo lo expuesto, un hilo narrativo que nos ayude a entender los últimos acontecimientos, no resulta atrevido reconocer la subcultura bear como una muestra más de esa pulsión homosexual localizada en el foco de una masculinidad canónica: barbas, pechos hirsutos, anchurosas espaldas y maneras de leñador de Nebraska. Esto no deja de ser una teoría más o menos peregrina, pero la erosión y transformaciones experimentadas en la virilidad mainstream desde que David Beckham pasara más horas en la pelu que Judy Garland marca un antes y un después de consecuencias muy deseables para todos nosotros. Los machotes solo querrán follar con machotes. Lo heterosexual empieza a percibirse como una mariconada. En efecto, la fiesta acaba de empezar.

tumblr_mxv0x14LoT1skcbfxo1_500