No hay mejor forma de empezar el año. Ya está aquí la nueva edición 2022 de Bears, illustrated, el calendario más molón, completamente DIY, imprimible 100%, con una exquisita selección de artistas y dibujantes amantes de los tipos grandes y velludos. Un proyecto veterano del siempre inquieto Christian Fernández Mirón que puedes descargar fácilmente desde bears-illustrated.com • Feliz año bbs
Se nos va el año, se nos va la década, llegan los años veinte, joder, ¡pues que sean otra vez los happy twenties!, porque parece que últimamente todo es queer pero al mismo tiempo el odio y la ultraderecha siguen enseñando las orejas en demasiados lugares, y no hablo solo de España. Hay que acabar con eso. Por lo que a Palabra de oso se refiere, una vez más, llega el momento de hacer balance de lo que ha sido el año que termina y establecer un puente con lo que nos deparará el 20, un número redondo que nos gusta y del que esperamos cosas buenas.
Con todo, el 19 no estuvo mal. Publiqué una nueva novela, Diez gorditos, la décima de la serie, una entrega especial a la manera de Agatha Christie que servía de celebración de lo conseguido hasta ahora con las peripecias de mis queridos personajes Marc Kaplan y su marido Theodor, un tándem que sigue gozando de vida propia y proporcionándome muchas alegrías.
Paralelamente, he seguido publicando microrrelatos eróticos a través de esta web y de mis redes sociales, algo que me permite ampliar los márgenes del universo Palabra de oso mientras sigo interrogándome sobre la forma perfecta de atrapar una sensación erótica por escrito. Es un ejercicio que me divierte y que me reafirma en la idea de que la ficción LGTBI sigue siendo muy necesaria a la hora de constituir un imaginario propio en el que reconocernos. Y si algo sigue agradeciéndose a estas alturas, es la aparición de nuevas voces y nuevas experiencias narrativas que abunden en dicho imaginario, ¿por qué?, porque solo la diversidad y la pluralidad nos garantizará la posibilidad de incluir todos los cuerpos y formas de deseo en nuestra lucha contra la heteronormatividad imperante.
A lo largo del 2019 han ido apareciendo nuevas propuestas que han llamado nuestra atención y que enriquecen ese universo cultural al que me refiero. A menudo surgen desde los márgenes, desde las redes sociales, desde los formatos propios del DIY (¡vuelven los fanzines!) o desde la autoedición. De hecho, si algo comparte el trabajo de todos los artistas que paso a enumerar es que se mueve en un terreno ajeno al sector editorial profesional.
En el capítulo de artistas o ilustradores, nos hemos fijado en la obra de James Unsworth y de James Dillenbeck. El trabajo del primero busca establecer un sugestivo diálogo entre la imaginería del pretérito arte grecorromano y la fascinación por los cuerpos orondos experimentada desde la subcultura bear. Por su parte, el norteamericano James Dillenbeck, a través de sus coloristas y delirantes viñetas pulp, reinserta esos mismos cuerpos no normativos en el contexto de la cultura pop contemporánea otorgándoles una fuerza y un protagonismo que puede leerse como una suerte de ajuste de cuentas con el mainstream. ¿Qué podemos decir? Nos encanta la retórica del Blockbuster aplicada al Chub Power.
En el apartado de la historieta gráfica o cómic, nos hemos dado el gusto de charlar con el misterioso Guibu, dibujante argentino fundamental y pionero en estas lides, que en el año que termina puso fin a la segunda entrega de su mítica serie “El ósculo hirsuto”. Si algo deseamos para el año nuevo es que alguien edite toda la serie en papel de una vez, por favor, esto es algo que tiene que ocurrir pronto, hay demasiada gente esperándolo y se trataría de un acto de justicia poética necesario y acuciante.
Guibu, con su creación
La sorpresa más refrescante del año vino de la mano del punk, de las marijevis y del arte del Do It Yourself. La factoría Marirecords ha emergido como un riff metalero en el contexto del boom actual de ilustración bear recordándonos la necesidad de no olvidar la chispa creativa del DIY de vieja escuela, la autenticidad del fanzine como medio de expresión y la importancia del cancaneo asilvestrado en nuestras vidas. Su fanzine “Cancaneo Vacacionil”, un cómic bruto y mecánico que nos habla de la desgracia de ir más cachondos que una perra siberiana y no encontrar ni un puto hueso que roer, sumado a la primera entrega del fanzine “Guapa!” confirman la contundencia de una propuesta que nos chifla y de la que esperamos ansiosos nuevas entregas.
Y más alegrías para el año que termina. La publicación del primer número del cómic español “Pellizco en la nuca” tiene mucho de fundamental por recoger el testigo del mencionado Guibu y llevarlo al formato de grapado en papel por entregas, recuperando un formato al que también le habíamos perdido la pista. El excelente dibujo de José Manuel Hortelano puesto al servicio de una historia erótica e intrigante es algo que ha conseguido conectar con una cuota importante de lectores interesados en ficciones en las que verse reflejados y que incorporen una noción del deseo y del erotismo fuera de la norma, en definitiva, más vinculado a los tiempos actuales.
Por lo que se refiere al ensayo sobre lo queer, observamos que se están publicando más libros y volúmenes que nunca dedicados a la cultura o al revisionismo LGTBI. En ese sentido, desde Palabra de oso destacamos el buen hacer del escritor Fernando Garín al publicar su muy disfrutable ensayo sobre el homoerotismo en el Western titulado “La pluma y el Oeste”. Nos parece un estupendo ejemplo para señalar que desde el rigor académico se pueden escribir libros divulgativos al alcance de cualquier paladar, sin caer en la espesura y el hermetismo de la tradición de los estudios culturales y llevando a cabo una suerte de activismo que a día de hoy nos parece más necesario que nunca.
Porque una de las impresiones más notables de esta década que termina es la sensación de que nunca antes se había hablado tanto de lo queer, difundiendo su espíritu integrador en círculos y ambientes dispares, más allá de las élites culturales o de naturaleza insider. En ese sentido, nuestro mayor deseo para los tiempos futuros reside en amplificar aún más el poder del término, a través de su condición diversa e integradora. La subcultura bear ha experimentado tropiezos previsibles como esa cosa de tomarse demasiado en serio a sí misma o incurrir en comportamientos excluyentes o propios de divas intratables. Es preciso que lo queer acuda en nuestra ayuda y nos facilite la construcción de un imaginario en el que podamos compartir experiencias y celebrar la diferencia, venga de donde venga. Nos gusta la masculinidad, pero por favor no nos la tomemos demasiado en serio. También queremos empaparnos de la realidad de lo trans y de todo lo que venga de esta nueva era gender fluid. Para construir ese nuevo imaginario deberemos subirnos a la gran bola demoledora y acabar con el estereotipo y el lugar común. Destruir para construir. El futuro será fluid sí o sí.
Nueva década, nuevas aventuras. Vamos a terminar con un par de pinceladas sobre lo que nos espera para 2020. Además de todos los proyectos mencionados,de los que podemos esperar nuevos frutos a lo largo de los próximos meses, por nuestra parte, desde Palabra de oso solo podemos hablar de lo que estamos cocinando de cara a la nueva temporada. Las palabras clave son entusiasmo y continuidad. Bob Flesh no ha perdido la ilusión, al contrario, sigue disfrutando de la gran ola creativa.
Uno de nuestros de mayores deseos para la próxima década es ver publicada la serie Palabra de oso en otras lenguas. Por favor, si hay algún editor en la sala que nos mande un correo ahora mismo. Para la próxima primavera tendremos nueva novela, la número once de la serie, repleta de misterio, humor, ritos secretos y sexo a mansalva. El entusiasmo por este proyecto sigue intacto y solo cabe decir que aún nos queda Palabra de oso para rato. Y por supuesto seguiremos trabajando para seguir informando y deleitando a nuestros lectores con lo que más nos gusta de este contexto más o menos peludo y de todos los tamaños. Porque nos gusta ponerte cachondo y nos gusta celebrar el poder del erotismo a través de su expresión literaria. Llevamos ya unos buenos años trabajando en ello y pensamos seguir haciéndolo. Palabra de oso. Y feliz 20.
En el año 2008 empezó a publicarse en la red El ósculo hirsuto, una serie de tiras eróticas protagonizada por un poeta enamoradizo y con tendencia a la melancolía llamado Jorge Funes. El impacto de la serie no se hizo esperar, hasta el punto de aparecer traducciones a otros idiomas o muestras de fan-art hechas por sus propios seguidores. El ósculo hirsuto había sintonizado con una manifestación poco explotada del deseo homoerótico desplegando un universo poblado exclusivamente por hombres gordos que deambulan por los laberintos del amor y de la sensualidad. Sus maneras se alimentan del folletín erótico clásico pero el conjunto se distingue por ese regusto literario marca de la casa y por una ternura que fluye en abundancia de su autor. Poco sabemos sobre Guibu, la persona que se encuentra detrás de este proyecto, por eso se hacía tan necesaria esta entrevista, realizada en el momento en el que la segunda entrega de El ósculo se encuentra muy avanzada y sigue publicándose regularmente a través de su blog.
Hola Guibu, gracias por aceptar esta entrevista, charlar contigo tiene mucho de deseo cumplido. Al igual que a mí te rodea el misterio y es muy poco lo que sabemos sobre tu persona. Enumero las pocas cosas que he encontrado en la red con la intención de que las confirmes, las desmientas o aportes algunas nuevas, si te apetece. Firmas tus historias como Guibu-Rocaja (¿Rocaja?), vives en Tucumán (Argentina) y no andas lejos de los cincuenta.
Hola, Bob. Me hace feliz saber que cumplí tu deseo. Sí, son correctos esos datos. Ya estoy cerca de los 50 años y también muy cerca de la calvicie. “Guibu” es el dibujante y “Rocaja” (o “Carajo”) es el guionista. Pero ambos son la misma persona, o sea yo. Es sólo un juego lo de los dos nombres. Cuando de niño leía historietas notaba que todas tenían un dibujante y un guionista. Quería reflejar eso en mi cómic. Nostalgia.
Mi anonimato también lo llevo al extremo de no dar a conocer “El ósculo…” de mi parte. Dejo que se lo descubra por azar. O gracias a menciones que otros hacen sobre el cómic, como por ejemplo la nota y la entrevista que se publicaron en un suplemento de un diario argentino. El autor fue Diego Trerotola que me hizo la entrevista vía email.
Con todos ustedes…
Jorge Funes
Me imagino que esto del anonimato tiene que ver el hecho de vivir en un entorno que no aún no ha escapado de la herencia homofóbica. ¿Estoy en lo cierto o hay algo más? ¿No es una lata tener que justificarse ante los demás porque te gustan los gorditos maduros?
Sí, cuando despertó mi deseo sexual allá lejos, cuando tenía 14 o 15 años, vivía reprimiendo ese deseo, pues me atraían hombres de 40 años o más. Esa situación me parecía extraña y cargada de cierto temor. Y mi anonimato tiene más que ver con mi entorno familiar. Hasta hoy, a mis 47 años, todavía no sé manejar la situación y cómo afrontarla. Siento mucha incomodidad por estar justificándome.
Confiemos en que las cosas cambien muy pronto. Por lo demás, has sido pionero a la hora de difundir ficciones eróticas sobre hombres rotundos y hermosos, ¿no crees que sigue existiendo una gran necesidad de ficciones literarias que exploren aquel deseo que escapa de la norma estética oficial?
Sin duda. Creo que para satisfacer esa necesidad no queda otra alternativa que animarse a crear esas ficciones que escapan de la norma estética oficial. Tú, desde tus libros y yo desde el dibujo estamos aportado ficciones que pueden inspirar a otros. La cuestión es animarse.
En tus historias la juventud está rigurosamente excluida, se puede entender como toda una declaración de principios, especialmente por lo que se refiere al mundo gay y a su sempiterna obsesión por los efebos.
Creo que historias (historietas, cómics) homosexuales con personajes jóvenes hay muchas. Tienen su espacio y reconocimiento. El cómic que publico está para dar vida a esos personajes gorditos y de edad madura. Porque a los personajes maduros y gorditos también les pasan cosas. Ellos también pueden ser protagonistas y no personajes secundarios. Tienen deseos, quieren amar y gozar.
En mi adolescencia tuve un profesor de lengua gordito que me ponía bruto. Creo que a partir de ahí se consolidó en mí esa idea del profesor literario como mito erótico. ¿Compartes alguna experiencia semejante?
Yo también descubrí lo erótico en la literatura. En mi adolescencia, si en algún libro encontraba un pasaje que revelaba un deseo entre hombres y específicamente hombres maduros y gorditos, se convertía casi en una obsesión volver una y otra vez a leerlo sin perder la excitación inicial que me provocaron las palabras de ese pasaje. En esos años no existía internet, ni revistas eróticas, ni películas para adultos de gorditos maduros.
Cuando hice un taller literario, el coordinador era un señor gordito y maduro que despertaba todos mis deseos y fantasías. Con él descubrí muchos autores de la literatura gay (por así decirlo). Había una mezcla de placeres: el de la lectura, el de la escritura y el placer corporal del que me hacía descubrir la literatura.
Has construido un mundo a tu medida que es pura fantasía para todo amante de los maduros gorditos, un mundo que además se sitúa fuera de los lugares comunes de la subcultura de los osos. ¿Qué opinión te merece esta cosa de los “osos” y cómo ves su evolución a lo largo de los años?
Cuando buscaba fotos eróticas de hombres gorditos y maduros, noté que se repetía la palabra “bear” (eso fue, aproximadamente en 1998). Así descubrí la comunidad de osos. Creo que gracias a esa comunidad encontré un referente de mis deseos. Había en el mundo otros hombres que admiraban a esos cuerpos tan particulares. Aquí en Tucumán hubo un club de Osos (hoy ya no existe) que me permitió socializar en un ambiente sin culpa ni vergüenza. En cuanto a la evolución, creo que esta subcultura, con los años fue ganando reconocimiento. Que los osos se hagan visibles me parece algo positivo.
¿De dónde surge la decisión de ambientar tus historias en un tiempo indeterminado que parece lejano, pre-tecnológico y deliberadamente anacrónico?
También tiene que ver con la cuestión de la libertad creativa. Y si lo pienso demasiado puede ser también por mi tendencia a estar en lo oculto. Si la historia de “El ósculo…” transcurriera en mi ciudad quizá hubiese resultado una manera de exponerme demasiado.
Jorge Funes tiene mucho de arquetípico para aquellos que compartimos gustos sexuales: hombre gordo, sensible, bonachón, confiable, culto, follador, pero también por lo que se refiere a su fisonomía canónica, hombre peludo, calvo, con bigote hirsuto y muy masculino, que viste camisa blanca, corbata y pantalón de pinzas que acentúa la hermosa curva de sus nalgas. He leído en alguna entrevista que, a diferencia de los demás personajes, no tiene un referente real. ¿De dónde sale Funes?
Posiblemente surgió de mi inconsciente, de la suma de muchas imágenes simpáticas y eróticas en mi cabeza. Me gustan mucho los hombres gorditos, calvos y de estatura baja. Recuerdo un bigote grueso y espeso que tenía un conductor de programas de tv argentino; me resultaba un bigote muy erótico. Recuerdo una película (The Favor, the Watch and the Very Big Fish, 1991) en la que el protagonista (el actor Bob Hoskins) era calvo y llevaba bigote; me gustaban los gestos de su rostro, ideales para mi dibujo. Y el mejor trabajo que le cabía a Funes era el de poeta, algo que me toca de cerca, que conozco y me apasiona.
Una vez más, con Bob hemos topado
Funes es adorable aunque algunas veces se pasa de bonachón. En dos ocasiones sufre abusos por parte de otros personajes (Pietro, el camarero o el guardia del Registro Civil) y se le echa en falta algo de carácter. Sin embargo, estos episodios no dejan de resultar morbosos en tanto exploran el erotismo desde una vertiente sádica poco habitual en estos tiempos de corrección política. ¿Quieres comentar algo al respecto?
En Funes está el miedo a lo violento (nunca esperes que Funes reaccione con violencia, a lo sumo puede enojarse ciñendo sus cejas) pero a la vez es un miedo que despierta placeres. Cuando Funes es violado por el guardia, tiene una erección. Funes nunca desea vivir una situación violenta como es una violación, pero cuando la vive aparece la excitación y se deja arrastrar. Funes tiene algunos aspectos de mi personalidad, por eso tiene ese carácter.
Me gusta mucho la fijación anal de tus historias. Siempre le pregunto lo mismo a mis entrevistados. ¿No crees que ha llegado el momento de desplazar al falo de su posición central en la cultura dominante y celebrar la importancia del culo en nuestras vidas?
Creo que sí, definitivamente. El culo es lo más oculto y cuando un hombre descubre en otro hombre esa profundidad oculta, puede encontrar cierta belleza. Si a un hombre no le convenció el falo del otro, ¿no pensó en verle el culo? Si Funes es atractivo por ser gordito, calvo y bigotón, asimismo su culo es atractivo, mucho más después de la depilación. Los que pudieron acceder a esa oculta profundidad de Funes quedaron encantados.
Me encanta esa idea narrativa de la depilación perianal como profesión insólita y secreta. En tus historias hay un candor vinculado a lo sexual que resulta de lo más excitante. Uno de mis momentos favoritos es aquel en el que un hombre le muestra a otro el resultado de la depilación perianal. ¿Cómo entiende Guibu el erotismo?
Lo de la depilación fue una experiencia real. Un amante me pidió que me depilara el culo. Yo acepté y él se ofreció hacer la depilación. La vivencia fue tan intensa que no quise que se perdiera ahí. Tenía que plasmarla en “El ósculo…” y terminó como escena inicial y como uno de los ejes de la historia.
Mi erotismo tiene algo de fetichista. Me parecen muy eróticos los hombres gorditos vestidos de traje (pantalón de vestir, saco, corbata, tirantes) o los uniformados. Un hombre maduro fumando también me resulta erótico. Y por supuesto, los pelos, los vellos, los bigotes, las barbas y la calvicie. Obviamente leer poesía erótica o que me la lean (como lo hace mi profesor de taller literario) me resulta muy estimulante.
Hablemos del componente hirsuto de tu historia. Uno de los momentos más inesperados de El ósculo es aquel en el que a Funes le depilan el bigote a traición, su impacto dramático es tal que no permites que los lectores observen semejante fechoría. ¿Un ósculo que no sea hirsuto es un beso descafeinado o se trata sencillamente de la fascinación por esa masculinidad tradicional que no entiende de etiquetas?
Un beso es algo dulce. Un beso hirsuto es intensamente dulce. En “El ósculo…” el beso peludo está cargado de masculinidad. Y en Funes a esa masculinidad se le suma la ternura.
Cuando le depilan el bigote a Funes, éste pierde su identidad. Si en el cómic no muestro esa desnudez es porque gran parte del erotismo de Funes se pierde y se convierte en algo casi obsceno desvelar esa zona depilada.
En mi historia el término “ósculo hirsuto” hace referencia no sólo al beso de dos bocas con bigotes o barbas, sino también al beso que se da entre las nalgas peludas.
La decisión de ponerte a dibujar, ¿surge de algo tan casual como improvisar dibujos de hombres gordos sobre un papel o ya te rondaba la idea de hacer una historieta?
Antes de internet, dibujaba mis propias historias eróticas, fantaseaba mucho. Eran dibujos de hombres maduros y gorditos. Allí encontraba mucho erotismo y placer. Puede parecer raro excitarse con dibujos pero eso me ocurría. Disfrutaba de esos pseudo-comics que creaba y después por temor a que descubrieran esos dibujos, los destruía, los quemaba.
Cuando descubrí internet (todo ese mundo virtual), sentí que podía compartir con otros esas historias y esos dibujos desde mi anonimato. Después fue cuestión de pensar un guión y dedicarme a diseñar personajes y escenas. Así nació “El ósculo hirsuto”.
También me viene a la mente una anécdota de la infancia, cuando tenía 6 o 7 años descubrí en un maletín secreto de mi padre unos dibujos en un sobre. Eran dibujos de hombres y mujeres desnudos (me dieron la impresión de estar dibujados por él), en diferentes poses, no eran historias sino simplementes dibujos individuales. Ya a esa edad me gustaban más los dibujos de hombres desnudos que los de las mujeres. Cuando los vi, me perturbaron y me llamaron mucho la atención. Con el tiempo comprendí que aquella vez me sentí excitado por esos dibujos. Quizá de esa vivencia nació mi interés por el dibujo erótico.
¿Eres un lector de cómics habitual? ¿Puedes citar alguna preferencia o influencia para tu serie de El ósculo?
No soy un lector voraz de cómics. Pero de a poco estoy tomando entusiasmo para leer mucho más.
Dibujantes que me influenciaron, podría nombrar a Horacio Altuna (argentino), pues me gusta cómo logra naturalidad en las poses de los personajes. Otro fue Carlos Vogt, que publicaba en revistas de la editorial Columba (Datagnan, El tony, Fantasía, Nippur, Intervalo, las que me acompañaron durante mi niñez y adolescencia). Su dibujo tenía una simpleza que me cautivaba (por cierto dibujaba muy bien a los gorditos con bigote). En internet descubrí muchos dibujantes de manga homoeróticos, eran mis preferidos pues eran muy explícitos, y los personajes casi siempre estaban vestidos de traje, muy típico del porno japonés de hombres maduros.
Mientras publicaba “El ósculo…” descubrí otros dibujantes: el argentino Rubén Gauna (¡Horror! desperté con un cazador), su estilo me parecía tierno y divertido. Otro fue el español Daniel Mainé (Beartoncity), sus personajes osunos eran sumamente atractivos.
El azar o el capricho parece ser el combustible de tus historias, ¿puedo soñar con un Ósculo indefinido o planeas terminar en breve la segunda entrega y ponerte con una tercera? ¿Cuáles son tus planes al respecto?
Pensé en contar toda la historia que ocurre entre la violación a Funes por parte del guardia hasta el comienzo de la primera parte de “El ósculo…”. Ya escribí algo del guión y algunos diálogos. No es definitivo o concreto ese proyecto. Si logro publicar “El ósculo…” en papel, quizá me entusiasme mucho más para seguir con la historia. Por el momento solo estoy centrado en terminar la segunda parte.
Desde que empezaste con la serie en el 2008 hasta la actualidad se nota una tremenda evolución por lo que se refiere al dibujo y al acabado de las viñetas. ¿Te sientes cada vez más cómodo dibujando?
Sigo aprendiendo, practicando. Me falta mucho para considerarme un dibujante medianamente diestro. Soy muy crítico conmigo mismo.
Leer tus viñetas regularmente a través de tus blogs siempre ha resultado un tanto incómodo. Hay un clamor que suspira por la edición de tu serie en papel. ¿Por qué se demora tanto? ¿Es posible tengamos la edición física de El ósculo hirsuto para este 2019?
Siempre pensé a “El ósculo…” como algo exclusivo para internet, para lo virtual. Sin embargo quizá cuando termine la segunda parte, intentaré publicar en papel las dos partes. Cada vez me parece más seductora la idea.
Es verdad, muchos seguidores me dicen de la incomodidad de ver el cómic a través del blog. Pero yo le tengo cariño al blog. No tengo Instagram ni twitter. No uso el móvil (o celular) para las redes.
¿Te has planteado alguna vez la posibilidad de escribir una novela o algún relato literario en la línea de El ósculo hirsuto?
Me gustaría, sin duda. Aunque a mí me atrae mucho más lo visual. Será cuestión de animarme. Dicen que todo lector tiene algo de escritor.
No he leído tus novelas, sí conozco tus microrrelatos. Me resultan muy eróticos, estimulantes y bellamente acompañados de fotografías deliciosas. Tu web Palabra de oso es de lectura obligada, hay muchos artículos interesantes. Muchos artistas de la cultura osuna pueden descubrirse allí. Además está muy bien diseñada y redactada. Felicitaciones.
Felicitaciones a ti por ser un tipo tan estupendo y mucha suerte con tus proyectos. ¡Larga vida a El ósculo hirsuto!
Mirad, son malos tiempos para expresar el deseo. Poneos en la piel de un creador o de un escritor, como es mi caso. Si desarrollas ficciones protagonizadas por personajes creados a la medida del canon estético universal estás contribuyendo al odioso afán simplificador del mainstream, a su odiosa dependencia del estereotipo y al culto a los cuerpos imposibles. Si, por contra, apuestas por otro tipo de cánones, aquellos que huyen de la irritante perfección del anuncio de calzoncillos, en favor de cuerpos robustos, redondos y sobrados de kilos, también parece que la cuestión se convierte en problemática.
Meses atrás una revista literaria online publicaba un breve artículo sobre el subgénero de Literatura Bear a colación de mi serie de novelas eróticas Palabra de Oso. En los comentarios, podía leerse la opinión de una internauta en la que decía lo siguiente: “Conocía la corriente “oso”, lo que no conocía era el subgénero literario. No me vuelve loca la idea de una glorificación de la obesidad, sinceramente. Creo que no es sano. Tampoco me lo parece la glorificación de los cuerpos perfectos y la eterna juventud, vampiros aparte.”
Semejante afirmación resulta especialmente reveladora del momento actual. Para bien o para mal, seguimos viviendo en la era de lo políticamente correcto. Supuestamente, hay un interés creciente entre lxs creadorxs por no caer en el estereotipo ni herir susceptibilidades por razón de raza, físico u orientación sexual. Pero si suscribimos las palabras de la internauta (que firma como Ana J.), llegamos a la conclusión de que, yo, Bob Flesh, no puedo expresar el deseo sexual que siento hacia los hombres gordos y fornidos. En definitiva, como escritor, debo renunciar a él como material literario para no caer en lo «políticamente incorrecto».
Portada de «Arde París», una de mis novelas políticamente incorrectas.
La conclusión que saco de todo esto es que las consecuencias de la era de lo políticamente correcto (recordemos que dicha noción empieza a usarse a finales ochenta/primeros noventa) son tan bienintencionadas como nefastas. ¿Por qué? Porque a menudo las buenas intenciones, más que cargarlas el diablo, las carga la estupidez más extrema. Resumiendo, lo que me están diciendo es que no puedo escribir una novela erótica en la que aparezcan personajes gordos haciendo el amor entre ellos porque estoy llevando a cabo una celebración de la obesidad, y eso no es sano.
Comentarios como el de Ana J. son tan necios y peligrosos como las típicas afirmaciones hechas desde una esfera patriarcal, rancia y heteronormativa. Es preciso darse cuenta de estas contradicciones, reflexionar sobre ellas y evolucionar. Hay un hecho, muchos hechos, hay autores y artistas que hablan de cuerpos perfectos y se alimentan del sempiterno canon estético universal. Y luego hay escritores como yo, o como Guibu(con su serie El Ósculo Hirsuto), o como Daniel Mainé (con su Bearton City), o como Victorvanupp(con sus relatos sobre la Madurez Gay), que nos sentimos motivados por otro tipo de cuerpos, redondos, confortables, rotundos. El debate de si esta vertiente de la creación artística es sana o no, resulta prepotente, equivocado, desfasado y sobre todo ridículo.
Ya está bien de afirmaciones ociosas y dañinas. Abrámonos a la diversidad, porque de eso se trata. No de glorificar un solo tipo de cuerpo sino la amplia variedad que nos ofrece la naturaleza humana. ¡Por supuesto que podemos glorificar! Escribir escenas eróticas protagonizadas por hombres gordos tiene que ver con la expresión del deseo, con algo sincero, verdadero, profundo y compartido por otros muchos lectores (¿lo pillas Ana J.?). Negarnos esta posibilidad significa censurar, silenciar y condenar de la manera más descerebrada, poco menos que regresar a un régimen totalitario. Dicho esto, mi reflexión del día es la que sigue: expresemos el deseo, claro que sí, y a ser posible abrazando la diversidad de cuerpos. De hecho, casi todos ellos tienen cabida en mi serie Palabra de Oso: osos polares, chubbies lampiños, chasers esbeltos, daddies canosos, etc, etc. Apostemos por la variedad y dejemos de condenar con clichés de tertulia de sobremesa. Porque llegados a este punto es preciso que sepas algo que te afecta directamente: la estupidez nos rodea y en tus manos está detectarla.