Enamorarse en zonas de cruising: Pobre Herminio

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Hace ya tiempo que venimos hablando de la factoría Marirecords, un sello editorial muy DIY y muy under que viene publicando a buen ritmo diferentes fanzines que van de lo musical (Guapa!) al cómic (Cancaneo Vacionil). Su último lanzamiento es este Pobre Herminio, una novela por entregas escrita e ilustrada por J. M. Juan, alma mater del sello, que supone una valiosa aportación a la tradición de ficción bear.

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A lo largo de las páginas de esta primera entrega, su autor va desgranando la historia de amor y seducción entre Otto y Herminio, dos animales rústicos de talla XXXL a la búsqueda de algo más que un polvo en un contexto que no se lo pone fácil. En este Pobre Herminio encontramos una buena ración de morbo, erotismo y sudorosos cuerpos hirsutos pero también una historia emocionante de las que tocan la fibra. Un relato que se ocupa de la sexualidad y del amor entre hombres fuera de la norma oficial, sin dejar de lado el espíritu punk y metalero de Marirecords con sus guiños musicales y su gusto por el cancaneo asilvestrado.

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Cabe destacar la belleza de sus ilustraciones y la esmerada edición en papel, en un paso cualitativo que va más allá del fanzine y que supone la apuesta más ambiciosa del sello hasta el momento (sin desmerecer al entrañable fanzine punk grapado al que nos tenía acostumbrado).

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Para mí ha sido un honor colaborar en este primer número de Pobre Herminio elaborando el prólogo y espero ansioso su continuación. Son muchos los que ya tienen su ejemplar, si no es tu caso, ya tardas. Puedes conseguirlo a través de la tienda online de Marirecords tanto en papel como en pdf. Imprescindible.  

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Queer: Una historia gráfica

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Siempre me ha resultado muy frustrante comprobar el gran desfase existente entre el análisis del género por parte de la esfera académica y el alcance de sus avances más allá de las barreras universitarias. No en vano, más que de desfase podemos hablar de fracaso absoluto: el estamento académico, con su tendencia a lo farragoso y su amor por la cita bibliográfica ha demostrado una incapacidad total a la hora de divulgar sus hallazgos teóricos en un entorno amplio, popular y cotidiano. Y es una verdadera pena, porque la labor desarrollada a lo largo de estas últimas décadas en el contexto de las universidades a la hora de deconstruir las nociones de género heredadas por una sociedad patriarcal y caduca es verdaderamente notable.

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Por eso me apetece recomendar una lectura valiosa y reveladora que por una vez consigue salvar ese desfase y explicar de manera clara y amena muchas cuestiones fundamentales para la vida de cualquier persona cuya sexualidad escape de la norma. A lo largo de sus 176 páginas, “Queer. Una historia gráfica” va desgranando el devenir de la teoría de género durante estas últimas décadas, aclarando conceptos, asumiendo críticas y contradicciones y allanando el camino para los años futuros; y todo de una manera sencilla, didáctica y perfectamente comprensible. Escrito por Meg-John Barker y Julia Scheele y publicado en España por Melusina, el libro lleva a cabo una sensata reivindicación de lo “queer” como término plural e integrador de todas aquellas orientaciones sexuales que no encajan dentro de la estrechez heteronormativa. Frente a categorías cerradas como gay, lesbiana o transexual, categorías que ya empiezan a generar una normatividad propia que a la postre resulta opresiva, excluyente y heredada de patrones heterosexuales, lo queer se presenta como el gran paraguas integrador de todas aquellas sexualidades libres que rechazan identificarse con ninguna concepción cerrada construida por los medios, los gobiernos o las instituciones de turno.

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La lectura de sus páginas resulta tan reveladora que el libro podría figurar sin problemas en la sección de manuales de autoayuda. Muchos de los problemas y traumas consustanciales al hecho de ser lesbiana, trans, maricón o intersexual son desintegrados a lo largo de sus páginas con la mayor naturalidad, porque una de las cosas que te enseña “Queer. Una historia gráfica” es que el ‘problema’ ya no es un ‘problema’, y que si en todo caso lo sigue siendo, será de los demás, no tuyo. En conclusión, por un lado este ensayo con forma de cuasi novela gráfica resolverá muchas de las dudas e inseguridades que todo maricón alberga en su interior desde su más tierna infancia, por otro lado, su lectura puede ahorrarte mucho dinero en psicólogos. ¿Te parece poco?

Bob Flesh recomienda: Por el culo – Políticas anales

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Dicen Javier Sáez y Sejo Carrascosa en el apartado de conclusiones de su ensayo Por el culo (Políticas anales): “En este libro hemos querido suscitar un debate de lo que ocurre alrededor del culo y de la penetración anal”. Y la verdad es que lo consiguen. Este libro es un tesoro, y lo único que lamento es no haberlo leído antes. Me hubiese venido muy bien para profundizar en algunos de los conceptos que abordo tanto desde esta web como desde mis novelas porno.

Siguiendo la tradición de los estudios culturales y en particular de la teoría queer (no te asustes, maricón), los autores, más que poner al culo en su sitio, se dedican a poner en su sitio a todas aquellas personas, tradiciones, culturas e instituciones que siempre desde del poder han conspirado para que los placeres asociados al culo oscilen entre el castigo, la demonización, la sumisión y la vergüenza. Por el culo va desgranando en clave divulgativa la valoración que se ha hecho del sexo anal a través de los tiempos, desde las civilizaciones clásicas hasta la actualidad, momento en el que seguimos lejos de alcanzar un punto óptimo para generar un verdadero debate social a escala global.

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A través de textos que van desde la imprescindible Historia de la sexualidad de Michel Foucault hasta la divertida visceralidad de Beatriz Preciado en sus ejercicios contrasexuales, se repasan cuestiones clave como la masculinidad atendiendo a su construcción por un sistema heteropatriarcal que rechaza de plano estimular su propio ano, a saber, descubrirlo como zona erógena privilegiada. De hecho, me quedo con una de las definiciones desgranadas a lo largo del libro: “Ser un hombre es ser impenetrable”. Toma ya.

Pero no queda aquí la cosa. El libro es todo esto y mucho más. Hay leña para todos. Tampoco los movimientos de izquierda están libres de culpa en tanto jamás han incluido en su agenda una política que se ocupe de la sexualidad como es debido y que depure su propio lenguaje homofóbico de expresiones que continúan situando nuestros anos en el centro mismo de la humillación social. Pogres, siempre lo supimos, estáis desfasados, vuestro tiempo ha pasado.

Cabe destacar también la labor de los autores a la hora de proponer medidas que acaben de una vez por todas con la falta de simetría en las relaciones que implican al sexo anal. El activo o top como poseedor de una masculinidad a prueba de balas, detentador del poder y opuesto al pasivo o bottom, como ser afeminado y sometido a las odiosas lógicas patriarcales. El Orgullo Pasivo está aquí para quedarse, señores, y como señalan Javier Sáez y Sejo Carrascosa en esta lucha será fundamental el uso del lenguaje, será preciso recurrir a nuevas expresiones que se nos presenten libres de los odiosos desequilibrios de poder que supura la herencia patriarcal.

Javier Sáez, declarado oso insumiso, y Sejo Carrascosa también se ocupan de reflexionar sobre la importancia de las nuevas masculinidades en el contexto de la comunidad LGBT. Así, las subculturas leather y bear también tienen algo que decir sobre la orgullosa apropiación del sexo anal como nueva seña de masculinidad. Pero los excesos se pagan, y los autores señalan comportamientos misóginos y homófobos en el contexto de estos colectivos, en atención a sus arrebatos plumófobos e hirientes también para las mujeres. Mirad, libros como este son fundamentales si deseamos establecer las bases del juego social — del juego sexual— desde unos parámetros justos, simétricos y respetuosos con toda la diversidad que alcanza nuestro punto de vista.
Y esto solo será posible si estamos dispuestos a seguir aprendiendo, porque, amigos, la vida es un continuo aprendizaje. Y esto no es una frase de cero sesenta. Me temo que la oscuridad nos sigue envolviendo y películas como Matrix siguen definiendo a la perfección el signo de los tiempos. Debemos desconectarnos de nuestros biopuertos y abrir los ojos a una nueva realidad. La teoría queer tiene la obligación de hacerse entender por todo el mundo, y esta es una empresa en la que a menudo fracasa estrepitosamente. Al estamento académico le cuesta transmitir sus ideas y sus conclusiones más allá de un círculo muy restringido. La virtud de Por el culo es que partiendo del rigor y del afán divulgativo sabe comunicarse con el lector, se trata de un libro ameno, tremendamente revelador y por momentos muy divertido. Esto me parece esencial dentro cualquier forma de activismo LGBT y celebro que en este caso se haya obrado el milagro. Ya va por la segunda edición y si alcanzase tantas como merece podríamos afirmar que las cosas cambiarían para mejor, nos ocuparíamos de nuestros culos como es debido y la figura del ‘pasivo’ quedaría libre de mancha de una manera definitiva. Hay que seguir luchando, amiguitos, nuestros culos lo agradecerán.

La vida sexual de los actores gordos

Como amante del cine y de la subcultura bear, siempre me han interesado las mitologías desarrolladas en torno a la figura del actor secundario, especialmente al actor secundario entrado en carnes, orondo, carismático y rotundo. A lo largo de la historia del cine localizamos una amplia galería en la que figuran nombres de la talla de Sidney Greenstreet, Burl Ives, Broderick Crawford, Peter Ustinov, Victor Buono, Raymond Burr, hasta llegar a nombres como Ned Beatty, Charles Durning, Allen Garfield, Richard Riehle, George Dzundza o el recientemente fallecido, James Gandolfini. En fin, un amplio elenco de actores que por su redonda figura se ha visto desplazado al campo de los roles secundarios. Es la lógica del mainstream, si tu cintura excede las medidas estándar, prepárate para entrar en la liga de los actores de reparto. Si alguien desea más información sobre este universo paralelo de actores con maneras de oso, recomiendo los dos especiales que los chicos de Con Pelos TV les dedicaron en sus primeros programas.

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En fin, retomando el sensacionalista titular de esta entrada, hoy me gustaría hablaros de un libro de reciente publicación en España que se ocupa tangencialmente de tales menesteres. Se trata de “Servicio completo”, las memorias eróticas de Scotty Bowers, redactadas con la ayuda de Lionel Friedberg. Nacido en 1923, Scotty Bowers se enroló con los marines durante la Segunda Guerra Mundial para aterrizar a continuación en el dorado Hollywood de la década de los cuarenta. Su llegada a la meca del cine le pilla trabajando en una gasolinera que, por su estratégica ubicación y generosos horarios, se convertirá en un privilegiado lugar de celestineo homosexual en el contexto de un Hollywood babilónico sediento de sexo rápido y chicos guapos gustosos de ganarse unos pavos en las piscinas de Beverly Hills. Scotty Bowers se encontraba allí en medio de este lupanar, y a la sazón era un chico apuesto, con una enorme polla y un apetito sexual insaciable que no distinguía entre hombres y mujeres. En este sentido su bisexualidad resulta modélica, su hedonismo a prueba de bombas le llevará a aceptar toda propuesta de folleteo que se le presente, sea o no remunerada, ya provenga de actores, actrices, directores artísticos, escritores o guionistas.

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Leído hoy día, “Servicio completo” puede definirse poco menos que como una auténtica bomba informativa, en razón a la muy suculenta información que proporciona. Nombres de estrellas incuestionables se vinculan con orgías privadas, mamadas furtivas, noches de amor inesperado y parafilias que quitan el hipo del más osado. Lo sorprendente de la función es que Scotty Bowers se hace querer y, a medida que avanzamos en sus páginas, su voz va ganando autoridad. Sus recuerdos están recorridos por un cariño hacia todos sus amantes y una sensatez que se agradece muy sinceramente. Scotty no es una marica mala. De hecho, hablando con propiedad, ni siquiera era marica, como preferir, prefería follar con mujeres. Otra virtud del libro es su hábil estructura narrativa. A todas luces esto se debe al buen trabajo de Lionel Friedberg, redactor de las memorias, que sabe cómo arrancar la historia con nervio (¡y con tomate!) desde el principio e ir hilvanando astutamente episodios del pasado de Scotty con los momentos que más nos interesan, a saber, los que tienen que ver su experiencia en Hollywood.

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Como podéis imaginar, la vida de Scotty es muy rica en anécdotas, ya trabajase como chico de gasolinera o de maestro coctelero en fiestas privadas de lujosas mansiones. Prácticamente conoció a todo el mundo, especialmente a la comunidad homosexual hollywoodiense, por ahí desfilan Cary Grant, Randolph Scott, Katherine Hepburn, Cecil Beaton, George Cukor, Nöel Coward, James Dean, Tennessee Williams, Montgomery Cliff, Walter Pidgeon, Tyrone Power y un largo etcétera. A lo largo de su relato, desgrana apuntes sociológicos de cierto interés para el aficionado, a saber, en el muy estratificado sistema de los estudios cinematográficos, los diferentes departamentos se volvían más maricas cuanto menos técnicos y más creativos se volvían. Es decir, la movida gay se concentraba en los sectores de vestuario, dirección artística y sobre todo de interpretación. Mientras que los departamentos puramente técnicos de pesadas grúas, material de rodaje y demás logística era patrimonio de rudos y fornidos operarios que al terminar su dura jornada laboral regresaban al calor de sus hogares junto a sus mujeres, que aprovechaban el aire fresco de las tardes para reposar sus pasteles recién horneados en el alféizar de la ventana.

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Más de un actor gordo desfila por las páginas de “Servicio completo”. Yo me quedo con dos episodios notables, aquel que tiene que ver con Spencer Tracy, un actor atormentado, tirando a heterosexual pero con momentos en los que se deja lleva por la confusión de sus emociones y los vapores del alcohol; y aquel otro protagonizado por uno de los fetiches de Palabra de Oso, el gran histrión británico afincado en Hollywood Charles Laughton. Francamente, no me esperaba yo, a estas alturas de la vida, leer con tanto detalle sobre los gustos sexuales de Laughton, os lo digo con la mano en el pecho. Scotty Bowers nos lo cuenta sin pelos en la lengua y con esa levedad hedonista que le caracteriza. El voluminoso y genial intérprete protagoniza una de las escenas más hilarantes y asombrosas del libro. Eso sí, si queréis saber más, deberéis acudir a la librería más próxima y haceros con un ejemplar de “Servicio completo”, porque no estoy aquí para hacer spoilers. Estaría muy feo. Definitivamente, eso os lo tiene que contar el viejo Scotty.

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