Jornada de nalgas abiertas

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Tenía uno de esos cuerpos neumáticos y redondeados que tanto me gustan. Follarle era poner en marcha toda una sinfonía de sonidos íntimos, profundos y desconocidos, enchufarle la polla de una tacada y tirar de uno de sus pezones hacía que su lloriqueo se quebrase en una amplia escala de registros, después de eso solo te quedaba subir la apuesta y llegar un poco más lejos, demostrarle las posibilidades del lenguaje físico y verbal, susurrarle al oído que pensabas usarle como la puta que era sin que te importara tanto gimoteo y todo lo demás. No tuve que decir mucho más, para entonces su ojete se había dilatado tanto que declaré el día jornada de nalgas abiertas.

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Era mi momento

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En la distancia su pelo gris parecía envolver su cara de un modo vaporoso, casi sobrenatural. La luz se proyectaba sobre su espalda y lo dotaba de su propia fluorescencia, el contorno de su rostro refulgía y parecía flotar en la oscuridad. Debo decir que como aparición no estuvo nada mal.
La habitación por horas no es de las que esperan, de modo que en cuanto abrimos la puerta nuestros pantalones ya estaban por los tobillos. Me gustó su ancho torso y la curva de sus nalgas bajo sus calzoncillos de algodón. Me eché sobre su cuerpo y nos comimos la boca con un hambre loca, como si aterrizáramos de un viaje de ácido. Quiso follarme y no pude negarme, las cosas habían dejado de depender de mí y yo ya tenía las piernas levantadas. La electricidad alimentaba nuestras miradas mientras me daba mi merecido. Se llevaba mi pie derecho a los labios y lamía su empeine mientras movía la cintura. Eché un nuevo vistazo a su rostro áspero y pensé que todo aquello ya lo había intuido en cuanto nos dimos la mano. Aquellos ojos no podían excluir la suciedad de su mirada y yo la quería toda para mí. Era mi momento.

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Cine bear más allá de lo bear

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Dicke Mädchen, también conocida como Heavy Girls, es una película alemana independiente estrenada en el año 2012 que contó con un limitado pero respetable recorrido en festivales indies como el Slamdance, donde se hizo con el Premio Especial del Jurado entre otros. Según la web de imdb su presupuesto no pasó de los seiscientos dólares, dato que nos da una idea del terreno en el que nos movemos.

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Dicke Mädchen nos cuenta una historia de amor entre dos hombres maduros cuyas vidas parecen abocadas a una deriva cotidiana con escaso margen para la sorpresa. Sven, un empleado de banca obeso y un tanto desmotivado, se encariñará de Daniel, el excéntrico cuidador de su madre enferma. Quizá definir la película como una historia de amor sea mucho decir, pero en cualquier caso resulta más que estimable la existencia de un título como este, interesado en contarnos las vivencias de unos personajes rabiosamente excluidos de las ficciones habituales por una cuestión, se diría, de mera fotogenia. 

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A la película se le pueden poner ‘peros’ notables como esa apuesta extrema por lo feísta o el dudoso gusto por el subrayado musical pero el conjunto destaca poderosamente por numerosos motivos: 1) por lo que se refiere a su tratamiento de la sexualidad sin caer en los mimbres habituales, 2) por ofrecer un complejo estudio de personajes que no excluye lo bizarro ni lo antipático, 3) por el excelente trabajo de sus protagonistas, 4) por su desinhibido sentido del pudor y 5) por la admirable sensibilidad con la que aborda una enfermedad tan delicada como el alzheimer.

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La propuesta se adhiere a esa modalidad indie tan en boga una década atrás, la del mumblecore de los primeros Duplass y en mi humilde opinión sería muy injusto que cayera en el saco del olvido. En el contexto del cine gay vinculado al asunto bear, Dicke Mädchen podría definirse como lo más opuesto al buenrollismo típico de muestras como la saga Bear City o la webserie Where The Bears Are. Y el hecho de que una de las películas más notables protagonizadas por hombres gordos con sexualidad no normativa esté a mil jodidas millas de los ejemplos mencionados es algo que solo puede empujarnos a los brazos de la reflexión. De momento, la incluimos en nuestra escueta selección de títulos memorables, como son la francesa Dancing (2003) o la española Cachorro (2004).

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