Osos, Inteligencia Artificial y un debate

By Graham Kolbeins

Sabemos que los ciclos tecnológicos se suceden unos a otros cada vez a mayor velocidad y muchas veces, aunque los tambores anunciadores vengan sonando de lejos, una nueva app tecnológica viene a sacudir nuestra realidad. 

En las últimas semanas de este año que termina, redes sociales como Instagram reflejaron el impacto que las nuevas aplicaciones de Inteligencia Artificial estaban teniendo en el ámbito de la ilustración y del diseño gráfico. El uso de apps como midjourney provocó un aluvión de imágenes que a su vez originó todo un debate en torno a las consecuencias que podemos esperar de este nuevo avance. 

El debate se plantea de muchas formas, pero todas ellas implican preguntas del tipo “¿suponen estas aplicaciones una amenaza para los profesionales del diseño y la ilustración?”, así como otras relacionadas con la categoría artística o legítima de estas obras generadas por AI.

¿Por qué ahora y no antes? Sin duda, porque los progresos en este ámbito son notables, tal y como demuestran muchas de las imágenes compartidas en redes estos días, y en general parecen cumplir la promesa de poner el arte al alcance de cualquiera. Francamente, yo creo que el propio Andy Warhol hubiese dado su bendición a este tipo de herramientas. Pero el debate acaba de empezar y no parece un buen momento para arrojar conclusiones.

Por un lado, como señalan algunos, se trata de aplicaciones que están en su infancia, a menudo su resultado presenta imperfecciones o soluciones que lo aproximan a lo creepy, a lo bizarro o al consabido uncanny valley, es decir, es pronto para valorar su verdadera impronta. Por otro lado, la airada reacción de muchos pone en el punto de mira la verdadera naturaleza del debate, obligándonos a poner nuestras barbas en remojo, a saber, la creatividad de las máquinas empieza a competir con la creatividad de nuestras mentes —en efecto, esa cualidad humana por excelencia— y eso sí que resulta novedoso, excitante para algunos, y amenazador para otros. Para los primeros, no nos encontramos frente a una amenaza sino frente a un cambio de escenario, es decir, frente a un nuevo paradigma artístico-tecnológico con sus virtudes, defectos y su nuevo sistema de valores.

“Las profesiones que están en riesgo son las de los diseñadores de hoy, no las de los diseñadores de mañana”, comenta alguien al respecto. Lo que parece claro es que esta pequeña eclosión de retratos e imágenes generadas por AI está aquí para quedarse. “Pienso que con estas cosas no puedes estar a favor ni en contra, van a existir y tendrán éxito con o sin nuestra aprobación”, me comenta el amigo y veterano ilustrador y dibujante José Manuel Hortelano-Pi, y añade, “no voy a poner un post en plan ‘no uséis las AI para haceros retratos’, si las usas y te gustan, eso dice algo de ti”.

De momento, las voces más críticas también señalan que dicha tecnología se nutre de data previo obtenido a partir del trabajo de otros creadores y es verdad que, en estos albores en los que no encontramos, los pareceres de unos y otros están muy divididos. 

Desde uno de los ámbitos que más nos interesa, el de la representación gráfica de escenas homoeróticas protagonizadas por hombres grandes, las muestras proliferan a toda velocidad. Algunas nos gustan más que otras y en algunos casos han conseguido sorprendernos. Sin embargo, no queremos pillarnos los dedos y de momento solo queremos dejar constancia de esos primeros días en los que la AI alumbró sus primeras muestras de ilustración bear. Dejamos para más adelante, un par de años quizá, una nueva reflexión sobre el estado de la cuestión. Eso sí, si te apetece compartir tu opinión, estaremos encantado de que lo hagas. 

Imágenes utilizadas:

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Sainthoax Instagram

Palabra de oso, el mejor regalo para esta navidad

Un año más llega la navidad y te pilla desprevenido, las prisas, las malas elecciones y las decisiones precipitadas, siempre igual. Santa Claus lo tiene claro y te recomienda el mejor regalo para estas fiestas, las novelas de Palabra de oso son pura diversión, cien por cien aventura y erotismo. Más adictivas que una serie, más calientes que las brasas de tu chimenea. Apuesta por el triunfo seguro, regala Palabra de oso. Once novelas, once razones para demostrarle amor a esa persona tan especial.

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No subestimar el poder de un chándal

Esta imagen ha revolucionado mi Instagram durante una semana hasta un nivel que ha desbancado al propio algoritmo, así que nada mejor que postearla también aquí en la web con todos los honores. «Ya no los hacen como antes», decía alguien en los comentarios, y acaso tenga razón, no lo sé. Yo nunca fui partidario de usar chándal, nunca lo encontré sexy ni estético, pero la vida es sabia y te enseña a mirar las cosas desde otras perspectivas. Ahora observo a este semental que parece sacado de la gloriosa década de los superseventies y me rindo a sex appeal a flor de piel. Madre de dios, debe de ser verdad, ya no los hacen como antes.

La bestia interior de Peter von Kant

La conjunción entre Fassbinder, François Ozon y Denis Ménochet solo podía saldarse con una película destinada a perdurar en la memoria de un espectador como yo, o como tú, interesado en historias maricas que escapen del adocenamiento habitual. El resultado, Peter von Kant, es una pieza breve de apenas ochenta minutos, aunque arisca e incómoda como ella sola. No podía ser de otro modo partiendo del libreto de Las amargas lágrimas de Petra von Kant.

Ozon se embarra hasta las orejas, o mejor dicho, embarra hasta las orejas la personalidad de ese trasunto del propio Fassbinder que es su protagonista Peter von Kant, para exponer a la vista de todos un retrato descarnado de un tipo excesivo, egoísta, manipulador y adicto al drama. Probablemente sea la frase que pronuncia Sidonie (Isabelle Adjani) la que más duele, cuando le reprocha a su amigo cineasta: «En tus películas siempre te sitúas con el más débil, pero en la realidad, todo lo contrario».

No es una experiencia agradable asomar las narices a ese pequeño mundo claustrofóbico de adicciones y tormentos que es el apartamento de Peter von Kant, aunque, una vez pasado el trago, salpimentado eso sí con toques de humor afilado, se agradece una descripción tan cruda y visceral de las tramoyas vitales de un portento creativo como el propio Fassbinder. El narcisismo, la ebriedad, las adicciones, la obsesión amorosa entendida como un peligroso equilibrio de fuerzas dominantes, son los mimbres que articulan la existencia del protagonista de esta historia. Me imagino que si Fassbinder levantara la cabeza es probable que le diese una buena hostia a Ozon por resultar tan transparente en sus intenciones, o no lo sé, porque no creo que al realizador alemán le importase demasiado su imagen pública.

Debates inanes aparte, quiero destacar el auténtico festival interpretativo que lleva a cabo Denis Ménochet, actor de talento formidable, que con este Peter von Kant viene a añadir otro logro a una carrera sustanciosa y arriesgada que le está permitiendo trabajar con lo mejorcito del panorama internacional. Tiempo atrás, ya apareció por esta web con motivo del estreno de la extraordinaria Solo las bestias (2019) y, sin alejarnos de las bestias, muy pronto, le tendremos de nuevo en el thriller rural As bestas (2022, Rodrigo Sorogoyen). Coincidencias todas ellas que nos parecen de lo más lógico y natural, porque si ahora mismo hay una bestia actoral que nos pone brutos, esa es Denis Ménochet. Y su entrega a un papel complejo y desinhibido como del de Peter von Kant es algo que le agradeceremos siempre.

Canción para hombres grandes, de Rafa Cervera

Precisamente, una vez pegué un polvo [del montón] con un hombre [muy hermoso aunque atormentado] que vivía en la avenida Roma de Barcelona, una avenida marcada con una chincheta roja en el itinerario erótico-sentimental del protagonista de la novela Canción para hombres grandes (Jekyll & Jill, 2022). Su autor, el periodista musical y escritor valenciano Rafa Cervera, del que empecé a leer reseñas de discos cuando estaba en el insti, nos ofrece una de esas historias biográficas que se leen y se disfrutan como un pedazo de vida, como un relato verdadero y emocionante que, a buen seguro, interesará a los seguidores de esta web.

¿Por qué? Para empezar por lo bien que escribe su autor, capaz de atrapar sentimientos complejos mediante un verbo vívido y sencillo. No soy muy de marcar fragmentos con lápiz, pero mi ejemplar de Canción de para hombres grandes tiene unos cuantos párrafos señalados, momentos en los que la voz de su autor da de pleno en la diana existencial. Como muestra un botón: “Abandoné el piso conyugal convencido de que cualquier cambio vital sería lícito. A continuación, tuve que combatir la aplastante sensación de culpa que me asaltó al dejar de ser el hombre que todos, yo incluido, creían que era”. Una frase que, como no quiere la cosa, resume a la perfección el tema principal del libro.

En segundo lugar, resulta especialmente sugestivo el punto de vista de su narrador, una voz subjetiva poco habitual por estos lares, la del converso; en este caso, la de un hombre heterosexual recién divorciado que se entrega a los placeres homosexuales en plena madurez. Alguien dirá que semejante tema siempre merece una novela, y dirá bien, especialmente si incluye reflexiones sobre el sexo, el amor o la maleabilidad del deseo como las que contiene este pedazo de vida. 

Otra cosa que me gusta mucho de la novela es que en ningún momento se mencione la palabra “oso” ni se alimente de los lugares habituales de la subcultura osa. Estamos tan empapados de las coordenadas habituales, que una voz nueva, ajena al contexto conocido, resulta refrescante y, de manera indirecta, nos recuerda principios básicos de sensualidad que casi teníamos olvidados.  

Canto esta canción para hombres grandes

de cara amable y mirada sosegada,

sus espaldas anchas como armarios,

hombres de grandes abrazos,

hombres que te mecen en sus brazos

Así reza la canción del grupo Single de la que Rafa Cervera ha extraído el título para su novela, unos versos que sintetizan la condición de homenaje que articula esta Canción para hombres grandes, una reivindicación de los placeres a tres bandas, de los gozos de la reinvención y de la gratitud por las experiencias compartidas, que a lo largo de sus ligeros peros sustanciosos capítulos (mención especial para su repaso de cuerpos acumulados) deviene en una suerte de manual estético y existencial bastante imprescindible para tus años de madurez. Date el gusto. Palabra de oso.