Tus amantes dejarán de estar gordis, dejarás de llamarlos para apagar incendios, tendrás que buscarte nuevos amigos pero ¿dónde quedarán los amigos gordis?, porque en la era Ozempic todos tenemos el derecho a no ser gordis, ¿quién hará uso de esa prerrogativa? En primer lugar, aquellos que lo hagan por prescripción médica, en segundo lugar, aquellos que siempre andan probando las dietas de moda sin éxito y ¿en tercer lugar?, aaamigo.


Sea como sea, nos están vendiendo el advenimiento de la era Ozempic como el catalizador de un momento histórico en el que la obesidad está condenada a desaparecer. En este nuevo contexto se me ocurre que la esencia de la subcultura —en este caso, de la subcultura Bear— cobrará nuevo vigor, acaso un brillo renovado. Porque en el futuro inmediato ser gordi será ante todo una decisión política, es más, una decisión política mayúscula: pues sí, soy gordi porque me gusto así, porque me siento bien habitando fuera de la norma estética oficial.
Nos dicen los expertos, o así nos lo quieren vender, que la importancia del fármaco Ozempic será un hito comparable a lo que pasó con el Prozac o con la Viagra. Es decir, marcará un antes y un después. Los resultados los conoceremos próximamente, suponemos que esto conlleva un tiempo de adaptación. Me pongo a pensar en todos aquellos que quieran acceder al fármaco y que, por motivos de exclusión social, sean incapaces de hacerse con él. Pero este ya es otro debate.

Ahora pienso en clave Extreme Makeover. Pienso en el befoooooore (todos gordis) y en el aaaafter (todas sílfides), pienso también en cómo quedará la foto posterior. Tengo amantes gordis que piensan que de renunciar a su condición gordi follarían menos. No sé lo que piensan los demás, ni si estamos en un momento de reinicio de nuevo orden estético. Si lo pienso en profundidad creo que esto no será para tanto. A menudo el hombre es un animal de naturaleza estúpida, insuperable cuando se trata de hacer un mal uso de un medicamento, a saber, tomarlo de manera caprichosa, o tomarlo cuando no lo necesitas («me veo gorda, amiga») o no tomarlo cuando tu cuadro médico te reclama que lo tomes con urgencia.
No sé, la verdad, habrá qué ver en qué queda todo, de momento solo alcanzo a ver la oportunidad de negocio de las farmacéuticas, su condición mediática y su riesgo de exclusión social. En el especial South Park dedicado al Ozempic a Cartman le negaban el acceso al medicamento y en su lugar le ofrecían el kit de body positivity de Lizzo, un gag que apunta al centro del debate sobre este tema en particular, el body positivity. ¿Quedará relegado a mero premio de consolación estética en esta nueva era o se volverá todo más político? Sea como sea, la comunidad Bear tendrá mucho qué decir sobre el tema. Si el dinero manda en un estado de capitalismo avanzado, también vale la pena señalar que un estado de folleteo promiscuo aquello que te asegure más polvos tendrá las de ganar. ¿Será el ozempic o será una barriga turgente?












