Mirad, son malos tiempos para expresar el deseo. Poneos en la piel de un creador o de un escritor, como es mi caso. Si desarrollas ficciones protagonizadas por personajes creados a la medida del canon estético universal estás contribuyendo al odioso afán simplificador del mainstream, a su odiosa dependencia del estereotipo y al culto a los cuerpos imposibles. Si, por contra, apuestas por otro tipo de cánones, aquellos que huyen de la irritante perfección del anuncio de calzoncillos, en favor de cuerpos robustos, redondos y sobrados de kilos, también parece que la cuestión se convierte en problemática.
Meses atrás una revista literaria online publicaba un breve artículo sobre el subgénero de Literatura Bear a colación de mi serie de novelas eróticas Palabra de Oso. En los comentarios, podía leerse la opinión de una internauta en la que decía lo siguiente: “Conocía la corriente “oso”, lo que no conocía era el subgénero literario. No me vuelve loca la idea de una glorificación de la obesidad, sinceramente. Creo que no es sano. Tampoco me lo parece la glorificación de los cuerpos perfectos y la eterna juventud, vampiros aparte.”
Semejante afirmación resulta especialmente reveladora del momento actual. Para bien o para mal, seguimos viviendo en la era de lo políticamente correcto. Supuestamente, hay un interés creciente entre lxs creadorxs por no caer en el estereotipo ni herir susceptibilidades por razón de raza, físico u orientación sexual. Pero si suscribimos las palabras de la internauta (que firma como Ana J.), llegamos a la conclusión de que, yo, Bob Flesh, no puedo expresar el deseo sexual que siento hacia los hombres gordos y fornidos. En definitiva, como escritor, debo renunciar a él como material literario para no caer en lo «políticamente incorrecto».
La conclusión que saco de todo esto es que las consecuencias de la era de lo políticamente correcto (recordemos que dicha noción empieza a usarse a finales ochenta/primeros noventa) son tan bienintencionadas como nefastas. ¿Por qué? Porque a menudo las buenas intenciones, más que cargarlas el diablo, las carga la estupidez más extrema. Resumiendo, lo que me están diciendo es que no puedo escribir una novela erótica en la que aparezcan personajes gordos haciendo el amor entre ellos porque estoy llevando a cabo una celebración de la obesidad, y eso no es sano.
Comentarios como el de Ana J. son tan necios y peligrosos como las típicas afirmaciones hechas desde una esfera patriarcal, rancia y heteronormativa. Es preciso darse cuenta de estas contradicciones, reflexionar sobre ellas y evolucionar. Hay un hecho, muchos hechos, hay autores y artistas que hablan de cuerpos perfectos y se alimentan del sempiterno canon estético universal. Y luego hay escritores como yo, o como Guibu (con su serie El Ósculo Hirsuto), o como Daniel Mainé (con su Bearton City), o como Victorvanupp (con sus relatos sobre la Madurez Gay), que nos sentimos motivados por otro tipo de cuerpos, redondos, confortables, rotundos. El debate de si esta vertiente de la creación artística es sana o no, resulta prepotente, equivocado, desfasado y sobre todo ridículo.
Ya está bien de afirmaciones ociosas y dañinas. Abrámonos a la diversidad, porque de eso se trata. No de glorificar un solo tipo de cuerpo sino la amplia variedad que nos ofrece la naturaleza humana. ¡Por supuesto que podemos glorificar! Escribir escenas eróticas protagonizadas por hombres gordos tiene que ver con la expresión del deseo, con algo sincero, verdadero, profundo y compartido por otros muchos lectores (¿lo pillas Ana J.?). Negarnos esta posibilidad significa censurar, silenciar y condenar de la manera más descerebrada, poco menos que regresar a un régimen totalitario. Dicho esto, mi reflexión del día es la que sigue: expresemos el deseo, claro que sí, y a ser posible abrazando la diversidad de cuerpos. De hecho, casi todos ellos tienen cabida en mi serie Palabra de Oso: osos polares, chubbies lampiños, chasers esbeltos, daddies canosos, etc, etc. Apostemos por la variedad y dejemos de condenar con clichés de tertulia de sobremesa. Porque llegados a este punto es preciso que sepas algo que te afecta directamente: la estupidez nos rodea y en tus manos está detectarla.
Yo en mi humilde opinión creo que exageran, ella dio su opinión y no se debe de tomar como algo lascivo ademas dudo que ella compre un libro online tuyo debido a que ella no es parte del mercado al que vendes y el cual te quiere conservar como escritor, solo veo comentarios de dramOSAS y divas en contra de ana pero no veo que te digan joder tio eres un pablo coelo y me vale lo que ella diga yo seguiré leyendo tus obras, asi que deja el drama y ponte escribir que a muchos les gusta tus libros glorificadores de la obesidad amen por eso :U
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Gracias por comentar, raptomormon, seguiré tu consejo, aunque estoy en desacuerdo, no creo q se trate de dramosas y divas, el debate está ahí, quien no quiera verlo está en su derecho. Abrazote!
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el comentario de Ana J. es simple y llanamente gordofobia. La gente tiene obsesión con la salud de la gente gorda y con llamarlos enfermos de la forma más degradante.
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Martin, querido, encantado de leerte y saludarte. Esto es una lucha, una lucha q libramos a diario contra la ignorancia y la estupidez. Gracias por aportar tu testimonio. Tal como dices, es preciso no callarse, porque callándose solo alimentamos el prejuicio. Dices también q tienes un amigo hetero q te acepta tal como eres, la cosa es q no tenemos que estar sujetos a la prerrogativa de que los demás nos acepten o no. Si no nos aceptan q se vayan a tomar viento, francamente. Ha llegado el momento de ser firme y asertivo y no estar a merced de los prejuicios de los demás. Nos toca una dura papeleta, educar a los ignorantes y a los q solo se alimentan de clichés y creencias patriarcales heredadas. ¡Vivan todas las clases de amor y diversidad de cuerpos! ¡Claro que sí! Quien no quiera entender esto atenta contra la compleja naturaleza y las numerosas formas a través de las que se expresa el deseo, y por ende, se define como persona obtusa, sin empatía ninguna y esencialmente estúpida. He dicho.
Un abrazote gordo desde España, guapísimo!
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Hola muy buenos días o tardes, quisiera expresarle mi opinión acerca de lo que público y sobre el comentario de respuesta que dio.
Nosotros no somos quien para querer «educar» a nadie, la gente que quiera aprender cosas nuevas, a no tener prejuicios y quiera tener una mente abierta, es decisión de cada persona. Uno como deber cívico, tiene la responsabilidad de transmitir la información y de compartir las opiniones que estén en su derecho, pero como personas cultas que somos, también debemos aceptar y respetar la opinión de los demás y no tomarlo como falta de información o ignorancia.
Yo soy una persona homosexual y gordita, me siento bien con mi cuerpo y me encanta. Sin embargo no puedo dejar a un lado la parte de la salud y el cuidado hacia mi persona.
Lo que ella expresó fue una idea de la salud, no del estereotipo nuevo del cual usted habla.
Uno no puede pensar que le toca algo que es efímero, ya que si usted, no quiere aceptar el comentario como una opinión respetable, nadie más lo va a hacer cambiar de opinión.
Es cuestión de cada quien tomar y aceptar las críticas de las personas y más aún siendo figuras «públicas» como lo que es usted, un escritor.
Respetar la opinión de los demás, sin señalar, para que nos respeten y no nos señalen.
Le agradezco su tiempo por leer mi respuesta. Que tenga una excelente día.
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Hola Daniel, gracias por expresar tu opinión, me alegra mucho que participes en el debate. A mi humilde entender, la opinión de Ana J. resulta desafortunada puesto que ni sabe de qué habla, ni lleva a cabo el ejercicio de meterse en la piel de aquellos (en efecto, se llama ‘empatía’) que amamos a las personas gorditas y estamos aburridos de la dictadura y primacía del canon estético universal. No meterse en la piel de los demás es feo, aunque se haga, ejem, con buena intención. No puedo estar de acuerdo con el razonamiento que expone dicha internauta, puesto que demuestra no entender nada: no se trata de celebrar la obesidad sino de expresar el deseo libremente. En definitiva, de vivir en libertad. Un saludo muy afectuoso, Daniel, espero seguir leyéndote por aquí.
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Comentarios como el de Ana J. los he escuchado todo el tiempo cuando me ha tocado expresar a alguien ajeno a la «escena osa» mi gusto por hombres de ese tipo. Antes era un poco mas prudente al respecto pero con los años me he dado cuenta que ni tengo nada que temer mi de que avergonzarme y que callando solo alimento el prejuicio.
Tengo un amigo muy cercano, ajeno al mundo gay pero que me acepta y con quien hay un gran cariño mutuo. Hace unas semanas platicaba con él acerca de una persona que me gusta mucho, y al ver la foto de un hombre cuarentón, con canas y robusto se sorprendió y básicamente me dice que por qué no me busco a alguien de mi edad, y más guapo y delgado, y que alguien como él ya debería estar en su casa cuidando de los nietos y que ademas no daba crédito que «alguien así» pudiera atraerme sexualmente. A lo que le contesté: «Pues para mi el es guapo y perfecto, pero.. ¿estas diciendo entonces que alguien como el, o como YO, así de gordos, no tenemos derecho ni posibilidad de que alguien nos encuentre sexualmente atractivos? ¿y que están mal si alguien se atreve a hacerlo? ¿Debemos permanecer solteros a modo de un extraño castigo por no entrar en el canon? ¿Y cuando yo llegue a los 40 y pico debo quedarme encerrado en casa aunque me sienta bien y con ánimos de hacer vida?» Le hice ver que en efecto, hay una atracción real y honesta hacia ese tipo de físicos, y viene desde que tengo uso de razón. De niño no sabia que era «atracción» pero en definitiva prefería ver hombres con esas características. Así que mi gusto no se debe a que chicos como Brad Pitt no me hagan caso (que mira que me ha tocado batear a varios así, que bonitos pero ¡no me gustan!). La atracción no se puede fingir, la sientes o no.
Yo entiendo perfecto los posibles problemas de salud que se pueden tener, pero he comprobado que no solo los gordos deben cuidarse, y que ser delgado y/o musculado no es sinónimo de ser sano. Y que me perdonen los que piensen igual que Ana pero refugiarse en el argumento de «solo es mi opinión» no lo hace correcto, está mal y solo muestra ignorancia y falta de respeto. Y está bien que no te guste algo pero disfrazarlo de falsa preocupación tampoco lo compro.
Concuerdo contigo Bob. ¡Claro que gay que celebrar y glorificar, el hecho de que todos podamos tener oportunidad de ser queridos, deseados y amados!
¡Gracias por lecturas como esta, y por trabajos como Palabra de Oso! Ojalá vengan muchos más 🙂
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