Dicen Javier Sáez y Sejo Carrascosa en el apartado de conclusiones de su ensayo Por el culo (Políticas anales): “En este libro hemos querido suscitar un debate de lo que ocurre alrededor del culo y de la penetración anal”. Y la verdad es que lo consiguen. Este libro es un tesoro, y lo único que lamento es no haberlo leído antes. Me hubiese venido muy bien para profundizar en algunos de los conceptos que abordo tanto desde esta web como desde mis novelas porno.
Siguiendo la tradición de los estudios culturales y en particular de la teoría queer (no te asustes, maricón), los autores, más que poner al culo en su sitio, se dedican a poner en su sitio a todas aquellas personas, tradiciones, culturas e instituciones que siempre desde del poder han conspirado para que los placeres asociados al culo oscilen entre el castigo, la demonización, la sumisión y la vergüenza. Por el culo va desgranando en clave divulgativa la valoración que se ha hecho del sexo anal a través de los tiempos, desde las civilizaciones clásicas hasta la actualidad, momento en el que seguimos lejos de alcanzar un punto óptimo para generar un verdadero debate social a escala global.
A través de textos que van desde la imprescindible Historia de la sexualidad de Michel Foucault hasta la divertida visceralidad de Beatriz Preciado en sus ejercicios contrasexuales, se repasan cuestiones clave como la masculinidad atendiendo a su construcción por un sistema heteropatriarcal que rechaza de plano estimular su propio ano, a saber, descubrirlo como zona erógena privilegiada. De hecho, me quedo con una de las definiciones desgranadas a lo largo del libro: “Ser un hombre es ser impenetrable”. Toma ya.
Pero no queda aquí la cosa. El libro es todo esto y mucho más. Hay leña para todos. Tampoco los movimientos de izquierda están libres de culpa en tanto jamás han incluido en su agenda una política que se ocupe de la sexualidad como es debido y que depure su propio lenguaje homofóbico de expresiones que continúan situando nuestros anos en el centro mismo de la humillación social. Pogres, siempre lo supimos, estáis desfasados, vuestro tiempo ha pasado.
Cabe destacar también la labor de los autores a la hora de proponer medidas que acaben de una vez por todas con la falta de simetría en las relaciones que implican al sexo anal. El activo o top como poseedor de una masculinidad a prueba de balas, detentador del poder y opuesto al pasivo o bottom, como ser afeminado y sometido a las odiosas lógicas patriarcales. El Orgullo Pasivo está aquí para quedarse, señores, y como señalan Javier Sáez y Sejo Carrascosa en esta lucha será fundamental el uso del lenguaje, será preciso recurrir a nuevas expresiones que se nos presenten libres de los odiosos desequilibrios de poder que supura la herencia patriarcal.
Javier Sáez, declarado oso insumiso, y Sejo Carrascosa también se ocupan de reflexionar sobre la importancia de las nuevas masculinidades en el contexto de la comunidad LGBT. Así, las subculturas leather y bear también tienen algo que decir sobre la orgullosa apropiación del sexo anal como nueva seña de masculinidad. Pero los excesos se pagan, y los autores señalan comportamientos misóginos y homófobos en el contexto de estos colectivos, en atención a sus arrebatos plumófobos e hirientes también para las mujeres. Mirad, libros como este son fundamentales si deseamos establecer las bases del juego social — del juego sexual— desde unos parámetros justos, simétricos y respetuosos con toda la diversidad que alcanza nuestro punto de vista.
Y esto solo será posible si estamos dispuestos a seguir aprendiendo, porque, amigos, la vida es un continuo aprendizaje. Y esto no es una frase de cero sesenta. Me temo que la oscuridad nos sigue envolviendo y películas como Matrix siguen definiendo a la perfección el signo de los tiempos. Debemos desconectarnos de nuestros biopuertos y abrir los ojos a una nueva realidad. La teoría queer tiene la obligación de hacerse entender por todo el mundo, y esta es una empresa en la que a menudo fracasa estrepitosamente. Al estamento académico le cuesta transmitir sus ideas y sus conclusiones más allá de un círculo muy restringido. La virtud de Por el culo es que partiendo del rigor y del afán divulgativo sabe comunicarse con el lector, se trata de un libro ameno, tremendamente revelador y por momentos muy divertido. Esto me parece esencial dentro cualquier forma de activismo LGBT y celebro que en este caso se haya obrado el milagro. Ya va por la segunda edición y si alcanzase tantas como merece podríamos afirmar que las cosas cambiarían para mejor, nos ocuparíamos de nuestros culos como es debido y la figura del ‘pasivo’ quedaría libre de mancha de una manera definitiva. Hay que seguir luchando, amiguitos, nuestros culos lo agradecerán.
En cuanto a las penetraciones de los hombres, yo te digo que jamás lo pude soportar y que en los miles de fotos que he visto de actos sexuales ,el penetrado jamás está con su arma erecta ya que no se puede sentir dolor y placer a la vez o sea que el que disfruta es el que la está clavando y que luego, si hay mucho amor se dignará hacerle una paja a su pareja y si no le dirá «aguarda un rato hasta que me caliente nuevamente»
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Yo he intentado alguna vez ser penetrado y el dolor y desgarramiento(y mi pareja no era un burro) que he sufrido, acabò con mis deseos de esa noche y todo mi amor.Debido a eso , en los siguientes
encuentros cambiamos a los besos, caricias,mamadas de polla y culo y fuimos felices hasta el presente
Por eso creo que la apología de la penetración es absolutamente defendida por aquellos que necesitan un poco de masoquismo y que no solo , no les importe que su pareja sufra, sino que con eso disfrutan más y se sienten más machos.
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Hola, Jorge, gracias por tu aportar tu opinión. No soy partidario de apologías tajantes de ningún tipo, no me gustan los fundamentalismos ni lo dogmático, así que respeto totalmente tu opinión. La penetración es una opción más y merece mi atención tanto como cualquier otra. Un abrazo.
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“Ser un hombre es ser impenetrable”… La definición ha sido como un fogonazo de luz. De forma sintética se dicen muuuuchas cosas que rigen a tantos y tantos machos alfa… y hasta a machos omega (es un modo de hablar) porque, desgraciadamente, los miedos, la vergüenza, el sometimiento y todos sus adláteres, son patrimonio demasiado común.
Y hablando de fogonazo de luz: qué bien nos haría sacar los culos a la luz, naturalizarlos, fotografiarlos -con flash, por aquello del «fogonazo» 😉 – Poder experimentar, de una vez por todas, que el culo no es solo para excrementar ni para que te conviertan en excremento…
A través de culo -perdón por lo desafortunado de la expresión- tenemos aún mucho que recibir.
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Poco a poco se pierde el miedo a explorar el ano se tenga la sexualidad que se tenga. Y es que, le pese a quien le pese, son buenos tiempos para la libertas sexual. Podrían ser mucho mejores, pero ya llegarán.
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