Suscribo todo lo que dice el Dr. Insermini en materia de osos, cine y Hollywood, por eso es un placer tenerlo de nuevo como blogger invitado en una nueva entrega de Bear Actors. Hoy unas jugosas reflexiones sobre los osos magníficos del pasado, sus voces varoniles y la decadencia del porno para osos. Algo está pasando. Invoco la llegada de una nueva era de erotismo, invoco la llegada de un erotismo más sutil, excitante y cerebral. El Dr. Insermini tiene razón, estamos cansados de tanta mamada y enculada gratuita, queremos más, queremos todo eso que se pierde por el camino de la inmediatez. He aquí una receta de éxito para avispados productores de porno bear.
Llevaba un tiempo queriendo escribir sobre Edward Arnold, y qué mejor que hacerlo aquí en Palabra de Oso, porque en absoluto tengo la intención de comentar su extensa filmografía. Lo que me apetece realmente es hablar sin rodeos del efecto que me ha provocado este actor grande, por su talla y también por su talento, un hombre de maneras muy masculinas, que conoció el éxito en las décadas de los 30 y los 40, en un momento en el que ya había dejado atrás su juventud y se había convertido en un daddy de poderosa presencia física. Quería aprovechar también para hacer una reflexión sobre el aburrido destino del porno. Y diréis que a qué viene eso, pero es que viendo a Edward Arnold en sus viejas películas en blanco y negro me he sentido más excitado que viendo cualquier película random de ositos. Quizá en el fotograma de arriba no os parezca para tanto. Y es que para sentir su hechizo es necesario verlo y oírlo, porque las dos grandes cualidades que convierten a Edward Arnold en un daddy hot-hot-hot son: su voz, que más que de su garganta o sus pulmones, nace directamente de sus testículos, y una tremenda, inesperada, agilidad física. En esta época de porno desatado, es fácil que a golpe de enculadas y mamadas filmadas en planos detalle, uno termine olvidando lo que de verdad resulta sexy, y estas dos cualidades, creedme, no tan obvias, deben ser urgentemente reivindicadas. Así que gentes del porno, por favor, presten atención, porque en un par de pinceladas y usando a Edward Arnold como ejemplo voy a darles algunas ideas que harían que sus películas fueran mejores, más excitantes, menos aburridas.
Respecto a la voz. Resulta sorprendente lo poco explotado que está este recurso en el porno. De la misma forma que una voz chillona y repelente en boca de un pedazo de oso puede hacer que tu líbido se derrumbe, y que prefieras irte a tu casa a pasarles un algodón húmedo a las hojas de tus plantas, una voz varonil, o simplemente armoniosa, pero que refleje una fuerte personalidad, puede marcar la diferencia entre un simple “me hace tilín” y un ¡mátame camión! Queremos que los osos hablen más en la películas. Nos importa su voz, queremos que digan marranadas cuando están follando, claro que sí, pero también queremos saber cómo es su voz, oirlos hablar y perdernos en el misterio de sus notas vocales. Escuchad durante un minuto a Edward Arnold, imaginad a esta bestia follando, por favor.
La agilidad. Pensad una cosa, ¿qué hay más hot que John Goodman? John Goodman bailando. Para expresar esta idea no se me ocurre nada mejor que recuperar el videoclip de la canción de The Avalanches Since I Left You, en el que un hombre del montón y su amigo llegan a través de un túnel a un estudio de danza donde dos bailarinas hacen sus coreografías. Uno de ellos, arrastrado por la belleza del momento, se une a las chicas y a sus bailes. De repente, lo que era un osito sexy se convierte en un osito enloquecedor, al que miras hipnotizado y al que sólo deseas comerte.
Mucho de esto hay en el caso de Edward Arnold.
En la primera película suya que vi, Eyes in the Night (1942) interpreta a Duncan “Mac” Maclain, un detective ciego (sí, ciego!!) aficionado a la lucha libre. En la primera escena de la película aparece practicando llaves y sometiendo uno por uno a todos sus amigos. ¡Qué premonitorio! Poco sabía yo que el ambiente homoerótico de la escena iba a ir asociado ya para siempre a Edward Arnold.
Creo que me daréis la razón si digo que un oso o un chubby es siempre más sexy si sus kilos de más no le impiden tener agilidad y rapidez de movimientos. Si es capaz de sorprendernos. También quiero algo de eso en el porno, no quiero gente muerta, sin alma, follando. En Easy Living (1937) Edward Arnold da vida a un millonario muy duro en los negocios, pero de gran corazón. En esta película, una comedia muy loca, llena de gags físicos, demuestra una vez más que su corpulencia no le impedía estar en una gran forma física. Tiene varias escenas de caídas en la película, y creedme, las he capturado fotograma a fotograma y no hay trampa ni cartón, es él quien las hacía.
No sé si a estas alturas le habréis pillado al punto a Edward Arnold, si no lo habéis hecho es que he fracasado. Sólo me queda sacarme de la manga estas dos capturas de Eyes in the Night, en las que lo encuentro especialmente sexy.
Respecto al porno, creo que simplemente he hecho un llamamiento para que las películas incorporen un poco más de visión, que aprovechen más el carisma y las cualidades de los actores, que no crean que lo tienen todo todo ganado por tener un reparto de hermosos ositos de barba perfecta. Queremos algo del espíritu de Edward Arnold en la películas de osos. Y lo queremos ya.
Wow, Nabucodonosorcitirrín, muchas gracias por tu comentario y sobre todo por ese maravilloso Top 50, en efecto, conozco a la mayoría de ellos y comparto totalmente tu gusto. Me congratula descubrir esta afinidad y este amor por los gloriosos osos del pasado. Próximamente, más Bear Actors en Palabra de Oso. Un abrazo!
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Edward Arnold lo tenía todo. La sólida formación teatral de alguien que ya interpretaba a Shakespeare a los doce años. Un nervio que lo mismo le servía para desplegar toda esa capacidad de acción física inesperada, que destaca Bobflesh, como para representar, siempre convenciendo, al más noble, al más hijo de perra, al más doliente o al más gracioso. Un físico agradable de contemplar para todo el mundo, no sólo para los predispuestos a favor de lo osuno. Una genética de raíz germana que siempre ha dado muy buenos frutos al mundo úrsido (el oso alemán con tirón tiene un tirón salvaje). Esa voz que también destaca Bobflesh. Una personalidad que enriquecía a cada uno de sus personajes que, trabajados por Arnold, acababan teniendo dentro todo lo que podían sugerir el guión y el director de turno y mil sutilezas adicionales que venían directamente del actor… Fundamental en Arnold, un erotismo sobresaliente, casi animal. Cuando él entra en un plano, la temperatura se dispara y es difícil tener ojos y oídos, mientras él esté allí, para nada que no sea Edward Arnold. Lo curioso es que fue afinando su físico con el paso de los años, desde estar un poco demasiado gordo a principios de los treinta a instalarse en ese punto buenorro de los mejores años y papeles de su carrera y aparecer bastante menos lustroso en los últimos tiempos, cuando también los papeles que le ofrecían decrecieron, en cantidad y en calidad, respecto a esa época de esplendor.
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Totalmente de acuerdo, Nabuco, pero quiero matizar q el autor del post no soy yo (Bob Flesh) sino mi querido blogger invitado el Dr. Insermini, te recomiendo vivamente su blog, q muy a menudo se ocupa de estos asuntos: doctorinsermoni.com
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Toda una vida siguiendo la pista a los más maravillosos osos del cine. Osos, adorables figuras acogedoras, tipos anodinos de jóvenes pero irresistibles en su madurez. adiposos ultrasensuales, intérpretes de algún personaje que, en sí mismo, ya enamora. Incluso ositos en formato de bolsillo. Además con una virtud adicional, pero decisiva: la de ser muy buenos actores. Por tanto, agradecido y emocionado con el homenaje a Edward Arnold, retrato robot inmejorable de lo que siempre haya podido ser el osazo de mis sueños. En agradecimiento a esa labor justamente mitificadora de estos hombretones, caídos tantos de ellos en el olvido más injusto, quiero animarte a que prosigas con la tarea de darles homenaje, sin prisa y sin pausa. Seguro que la mayoría de los nombres que te voy a citar ya los tienes en la agenda. Pero, si algunos te faltan, corre al buscador de imágenes de Google y prepárate para gritar Wooof! Aquí va el top 50 de estos megadioses, cada uno de ellos en una película en la que están muy disfrutables, como hombre y como actor:
1 Spencer Tracy (Bad Day at Black Rock – John Sturges, 1955)
2 Emil Jannings (The Last Command – Josef von Sternberg, 1928)
3 Charles Laughton (This Land Is Mine – Jean Renoir, 1943)
4 Edward G. Robinson (Scarlet Street – Fritz Lang, 1945)
5 Michel Simon (Le quai des brumes – Marcel Carné, 1938)
6 Walter Brennan (Hangmen Also Die! – Fritz Lang, 1943)
7 Orson Welles (Compulsion – Richard Fleischer, 1959)
8 Wallace Beery (The Champ – King Vidor, 1932)
9 John Wayne (She Wore a Yellow Ribbon – John Ford, 1949)
10 Thomas Mitchell (The Long Voyage Home – John Ford, 1940)
11 Edward Arnold (Easy Living – Mitchell Leisen, 1937)
12 Jean Gabin (Touchez pas au grisbi – Jacques Becker, 1954)
13 Günter Lamprecht (Berlin Alexanderplatz – Rainer W. Fassbinder, 1980)
14 Victor McLaglen (The Informer – John Ford, 1935)
15 Jackie Gleason (The Hustler – Robert Rossen, 1961)
16 George Bancroft (The Docks of New York – Josef von Sternberg, 1928)
17 Bob Hoskins (Mona Lisa – Neil Jordan, 1986)
18 Tom Wilkinson (In the Bedroom – Todd Field, 2001)
19 Heinrich George (Berlin Alexanderplatz – Phil Jutzi, 1931)
20 Rod Steiger (Doctor Zhivago – David Lean, 1966)
21 Broderick Crawford (Il bidone – Federico Fellini, 1955)
22 Paul Douglas (Clash by Night – Fritz Lang, 1952)
23 Charles Vanel (Le salaire de la peur – Henry-Georges Clouzot, 1953)
24 Ernest Borgnine (Marty – Delbert Mann, 1955)
25 Juan Calvo (Calabuch – Luis Gª Berlanga, 1956)
26 Michael Elphick (The Element of Crime – Lars von Trier, 1984)
27 Lionel Barrymore (You Can’t Take It With You – Frank Capra, 1938)
28 Denholm Elliott (A Room with a View – James Ivory, 1985)
29 Rolf Lassgard (Under the Sun – Colin Nutley, 1998)
30 José Soriano (Espérame en el cielo – Antonio Mercero, 1988)
31 William Franklyn (El último viaje de Robert Rylands – Gracia Querejeta, 1996)
32 Ralph Richardson (The Heiress – William Wyler, 1949)
33 Alfredo Landa (Sinatra – Francesc Betriu, 1988)
34 Jacques Villeret (Le dîner de cons – Francis Veber, 1998)
35 Otto Wernicke (Das Testament des Dr. Mabuse – Fritz Lang, 1932)
36 Börje Ahlstedt (Saraband – Ingmar Bergman, 2003)
37 Félix Dafauce (Surcos – José A. Nieves Conde, 1951)
38 Edmund Gwenn (Miracle on 34th Street – George Seaton, 1947)
39 Ben Johnson (The Last Picture Show – Peter Bogdanovich, 1971)
40 Eugene Pallette (My Man Godfrey – Gregory La Cava, 1936)
41 Michael Tucker (Radio Days – Woody Allen, 1987)
42 Charles Durning (Dog Day Afternoon – Sidney Lumet, 1975)
43 Gene Lockhart (Algiers – John Cromwell, 1938)
44 Ray McAnally (My Left Foot – Jim Sheridan, 1989)
45 Vasili Merkuryev (Cuando pasan las cigüeñas – Mijail Kalatozov, 1957)
46 James Gandolfini (The Man Who Wasn’t There (Ethan & Joel Coen, 2001)
47 Julio de Grazia (Últimos días de la víctima – Adolfo Aristaráin, 1982)
48 Lou Jacobi (Irma la Douce – Billy Wilder, 1963)
49 Cecil Kellaway (The Postman Always Rings Twice – (Tay Garnett, 1946)
50 Walter Slezak (Lifeboat – Alfred Hitchcock, 1943)
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