Hay un actor que me ha robado el corazón esta temporada y ese actor se llama Denis Ménochet. Aunque muchos de mis seguidores, mucho más atentos que yo, lo descubrieron años atrás en su papel de granjero de la resistencia interrogado por los nazis en la larga y tensa escena que abre el Inglorious Basterds de QuentinTarantino, no ha sido hasta el estreno de la producción francesa Solo las bestias (Seules les bêtes, 2019) cuando se me ha aparecido como toda una revelación. La película, de lo mejor que hemos visto últimamente, es uno de esos puzles con apariencia de thriller a la manera de Amores perros que hilvana un demoledor retrato de toda una galería de personajes atrapados en una situación límite. Entre todos ellos, nos hemos fijado en Denis Ménochet.
Hemos leído que Denis nació en Enghien-les-Bains, Francia, en el año 1976, aunque solo contaba dos semanas de vida cuando su familia decidió mudarse a Noruega. A partir de ahí su existencia nómada le ha llevado a cruzar el charco, vivir en Estados Unidos para regresar al continente e instalarse en Sharjah, cerca de Dubai. No sabemos en qué momento decide volver a Francia para labrarse una carrera como actor. Según su ficha de IMDB, en sus primeros años de juventud se entrega a su gran pasión por el skate y uno de sus primeros empleos, con solo diecinueve años, será el de hacer de chófer para el mismísimo John McEnroe.
Definido por Tarantino como el Robert Mitchum francés, Denis ha aparecido en numerosas películas de prestigio del país galo como las que ha rodado con François Ozon (Dans la maison, Grâce à Dieu) o la dura historia sobre malos tratos “Custodia compartida” (Jusqu’à la garde, 2017).
Su carrera avanza con paso firme y es fácil verlo en producciones de todos los tamaños y nacionalidades. Acaba de estrenar The Mauritanian, con Jodie Foster, tiene pendiente lo nuevo de Wes Anderson (The French Dispatch) y está rodando una vez más con François Ozon (Peter Von Kant), lo cual es siempre una estupenda noticia.
Su evolución física nos llama poderosamente la atención porque con el paso de los años está ganando enteros a efectos de nuestro Bear Radar. Su corpulencia ha florecido como una flor en primavera, su pecho se ha ensanchado, su rostro se ha endurecido y los quilos ganados en estos últimos años —en conjunción con su incontestable talento— lo han convertido en una suerte de portento actoral. Vamos, que a nuestro adorado Ludovic Berthillot le ha salido un competidor. Se llama Denis Ménochet y está aquí para quedarse.