Recordando a Gailard Sartain

Por algún motivo el año pasado se me antojó revisar la filmografía de Alan Rudolph, realizador formado como discípulo del gran Robert Altman, y quien a su vez consiguió un estilo particular, marcado entre otras cosas, por su libertad creativa y por el amor que profesaba a sus personajes/actores. Como Altman, Rudolph gustaba de rodearse de elencos amplios cuyos rostros acababan colándose una y otra vez en sus producciones. Una de las caras que más me llamó la atención durante este ejercicio de revisión de la filmografía de Rudolph fue la de un actor cuyo nombre resultaba desconocido para mí, Gailard Sartain, quien —según acabamos de saber— nos dejó el pasado jueves 19 de junio.

Por su físico y su aspecto tirando a vulgar, Gailard se reveló como el actor perfecto para esos pequeños roles, desde el ayudante del sheriff, al hombre común o al candidato para una pequeña alcaldía. Con todo, su nombre nunca destacó a la altura de célebres actores secundarios de los que hemos venido ocupándonos en esta web, tales como Allen Garfield, Ned Beatty o un Brian Dennehy. Durante la redacción de este post no ha dejado de darme vueltas la idea de que a Gailard quizá las cosas le hubiesen ido incluso mejor en caso de haber tenido un nombre artístico con más gancho. Incluso en los comentarios que he leído en foros dedicados a su memoria, observo que sus seguidores a menudo escriben mal su nombre, cambiándolo por Gaylord (este me encanta) o cosas similares.

El caso es que a Gailard la fama le encontró de manera accidental. A finales de los años sesenta del pasado siglo, decide desplazarse desde su Tulsa natal hasta Nueva York, donde trabajó como ayudante de un reputado ilustrador, un paisano suyo llamado Paul Davis (The New Yorker, The New York Times, Playboy). Tras su periodo neoyorquino Gailard decide regresar a Tulsa para terminar sus estudios y pronto empieza a trabajar como operador de cámara en una televisión local. Será en esta pequeña estación de televisión, la KTUL-TV, Channel 8 de Tulsa, donde en el año 1971 pone en marcha su propio show: The Uncanny Film Festival and Camp Meeting, un espacio dedicado a la emisión de películas de terror en el que Gailard asume el papel de anfitrión, con su alias de Dr. Mazeppa Pompazoidi junto a Jim Millaway, su copresentador. Las crónicas de la época nos cuentan que la originalidad del programa y su humor salvajemente inventivo se anticipó a tótems televisivos posteriores como el Saturday Night Live. La verdad sea dicha, con estas credenciales iniciales el bueno de Gailard ya nos tenía medio conquistados. Será poco después, en el año 1973 cuando sea contratado para el papel de Sheriff Orville P. Bullmoose en la serie Hee Haw, un programa humorístico que combina sketches y actuaciones musicales en el contexto de un pueblecito ficticio de la América rural, en pleno cinturón del maíz.

Ese será el verdadero lanzamiento de su carrera y también su principal aval. El nombre de Gailard Sartain estará vinculado a dicha serie hasta el año 1992. Mientras tanto numerosos directores, muchos de ellos renombrados, recurrirán a él para pequeños papeles. A Gailard lo hemos visto en el The Outsiders de Coppola, en Mississippi Burning, de Alan Parker, en The Grifters de Stephen Frears, en The Big Easy de Jim McBride, y como decíamos, en un puñado de títulos de Alan Rudolph, entre los que destacamos, Choose Me, The Moderns, Trouble In Mind o Love At Large. Paralelamente intervino en numerosos programas y series como Los Simpsons o Chicago Hope o, ya en en sus últimos trabajos, en producciones de dudosa catadura como el Texas Ranger de Chuck Norris o algún bodrio de Steven Seagal, antes de despedirse de la actuación con su participación en la más decente Elizabethtown (2005) de Cameron Crowe. En fin, una de esas carreras azarosas e irregulares que tanto nos fascinan. Como nos gusta decir, por aquí somos más partidarios de las erráticas carreras de los actores secundarios que de las inmaculadas carreras de las estrellas al uso.

Desde el año el año 2005, Gailard Sartain vivía retirado los focos del cine y la televisión. Entre los escasos datos biográficos que encontramos, se señala su faceta como pintor e ilustrador. Fallecido a los 78 años tras un largo declive físico, a Gailard (que se casó en dos ocasiones) le sobreviven sus hijos Sarah, Esther y Ben, su nieta Chloe, y su tataranieto Teddy. Puede que en España su nombre no resulte especialmente conocido, de ahí que nos importe mucho llevar a cabo este pequeño homenaje. No lo hemos dicho antes, pero contemplar su rostro en las películas de Alan Rudolph, nos llevó a recordar un hecho fundamental que tuvo lugar durante nuestros años de despertar sexual: porque la primera vez que vimos a Gailard Sartain en un cine fue con motivo del estreno de la extraordinaria The Grifters (1990), en ella Gailard tiene un papel episódico como Joe, el casero de Myra, la fulana que interpreta Annette Benning. Hay un momento en el que Joe le reclama a Myra las semanas de alquiler impagadas. Myra se desnuda y le recibe sobre la cama de su habitación, exhibiendo sus apetitosas curvas, dándole a elegir entre el dinero que descansa en la mesita de noche o la mercancía que se le ofrece a la vista. Gailard se maldice a sí mismo por su debilidad y por ser tan susceptible a los placeres de la carne. Enseguida sabremos qué decisión tomará. Algo parecido nos pasa a nosotros. Somos así de básicos y siempre recordaremos esa escena, del mismo modo que siempre recordaremos a Gailard. ¡Buen viaje, precioso!

A pèl, una exposición de Polleiro

El pasado sábado 7 de junio se inauguró una exposición de originales del ilustrador y dibujante Ismael Ferrer, más conocido por su alias artístico Polleiro. La muestra estará abierta al público hasta el próximo 30 de junio en la Galería Taller Balam de Barcelona (a dos minutos de la parada de metro Lesseps) y en ella se recoge una buena selección de dibujos perfecta para iniciarse en el trabajo del artista. Además, la exposición se presenta como un oportuno complemento a la reciente publicación de su nuevo libro The Big Book of Polleiro [Chaumington Ed.], una recopilación del trabajo realizado durante estos últimos años que resume primorosamente el aliento erótico-festivo de su proyecto. Cuerpos de gran envergadura capturados por un trazo inconfundible que logra un difícil equilibrio entre la modalidad cartoon y el realismo. Nadie hubiese pensado que unas viñetas que recuerdan lejanamente al arte de maestros consagrados como un Ralf König acabasen por resultar tan sexys.

En las obras reunidas en esta muestra se aprecia ese gusto de Polleiro por la expresividad del trazo, por las envergaduras rotundas, por el sensual uso del color a través de las acuarelas y sobre todo por esa naturalidad con la que pasamos del boceto a la obra acabada. Algunas de las obras escogidas son bosquejos extraídos de las numerosos cuadernos que acumula el artista, un trabajo que transmite esa sensación efervescente de constante work in progress, de la belleza de lo inacabado o de la materialidad del propio proceso artístico. A la postre, la exposición transmite la idea de que la obra está terminada cuando así lo decide el artista.

Para los que desconozcáis su trabajo, podéis haceros con un ejemplar del mencionado The Big Book of Polleiro. Un festín para los ojos de todos aquellos amantes del erotismo protagonizado por hombres grandes. Dividido en siete apartados (Homo, Duo, Anal, Many, Fantasies, Oral, Sketch), el libro se recrea en un sinfín de situaciones eróticas donde se presta tanta atención a la fisicidad de los cuerpos como a la misma idea de morbo. En definitiva, el antídoto perfecto para los aburridos físicos normativos con los que nos saturan la publicidad y el mainstream de cada día. Como reza la contraportada: Forget the abs!