
Jeremy Enecio ©
Ayer fui al cine a ver Valerian y la ciudad de los mil planetas. Mirad, no puedo evitarlo, mi simpatía por Luc Besson crece al mismo ritmo que el presupuesto de sus películas. Valerian ha costado 180 millones de dólares y su estreno en los USA ha supuesto uno de los flops más flops que recordamos. La película empieza muy bien pero es larga, excesiva y a la postre no es para mí, pero todo ese despliegue kitsch, ese panteísmo naíf y esa conmovedora fe en el poder redentor del amor como elemento estructural de todo el desmelene argumental me enternece. ¿Qué queréis que os diga? No soy de piedra. Su filmografía es irregular y rica en locuras megalómanas como esa trilogía de los Minimoys que nadie que yo conozca ha visto. Yo me quedo con El quinto elemento y Adele y el misterio de la momia. También me gustan Nikita y Lucy. Besson cree en el amor y en las mujeres, es el eterno amante del amor y eso lo aleja de esa masculinidad tradicional de corte patriarcal, también es eso lo que le aleja del componente Avatar. Yo creo que cada vez se está poniendo más buenorro y también creo que debajo de la apabullante envergadura de su aparato… de producción se esconde un alma sensible que vive peligrosamente. Todo esto viene porque me tomaría una copa contigo, Luc. Quizá dos o tres. Observen esa sonrisa, es un hombre de bien.
Además se ha casado 4 veces y ha tenido 5 hijos! Este hombre es un portento sexual que se merece una portada en #palabradeoso
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Totalmente de acuerdo, Xavi, todo lo hace a lo grande, creo que podemos establecer un paralelismo entre el presupuesto de sus películas y su vigor sexual.
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